sábado, 12 de diciembre de 2015

FILMOGRAFíA CLÁSICA... "BRIGADOON" (1954) VINCENTE MINNELLI


A pesar de su impecable factura y soberbio reparto, este encantador musical ha pasado a la historia como una obra menor del género y del propio Minnelli. Si bien es cierto que no puede compararse con otras obras maestras coetáneas, rodadas por el mismo equipo, como "Un día en Nueva York" (1949), "Un americano en París" (1951), "Cantando bajo la lluvia" (1952), "Melodías de Broadway 1955" (1953) o "Siempre hace buen tiempo" (1955), también lo es que constituye un excelente entretenimiento al que no le falta prácticamente de nada y que contiene gran parte del código estético e ideológico de su director. De hecho fue planteado como un proyecto de alto presupuesto en el que no se escatimaron esfuerzos en la producción (fue uno de los primeros musicales rodados en cinemascope), ni en el talento presente, escogiéndose como protagonistas a algunas de las mayores estrellas de la Metro Goldwyn Mayer.


Dicen que el decorado era tan real que al abrirse las puertas del estudio donde se rodaba salían volando las aves y escapaban los distintos animales que recreaban este paisaje escocés lleno de lirismo. Basada en una obra de Broadway de los famosos Alan Jay Lerner y Frederick Loewe, autores entre otras de la célebre "My fair Lady", cuenta la historia de un pueblecito escocés que solo aparece cada 100 años por un único día con el fin de preservarse de la malicia y los avances del tiempo. Hasta este lugar de ensueño, que conserva la inocencia y pureza del paraíso, llegan por casualidad dos cazadores norteamericanos reaccionando de muy distinta forma frente al "extraño suceso" que se presenta ante sus ojos atónitos. El soñador y románticoTommy se enamora del lugar y de una de las aldeanas, mientras que el pragmático y cínico Jeff siente que está viviendo una auténtica pesadilla.

Aunque en su momento, quizás debido a su anacrónica originalidad y exceso de sentimentalismo, constituyó un fracaso de público, fue uno de los últimos títulos filmados antes de la caída del sistema de estudios, que acabo con los días gloriosos del musical. Revalorizado en la actualidad, constituye una obra idealista y delicada, aunque adolezca de cierta tendencia a la cursilería y al paisajismo de tarjeta postal. Sin embargo la magnífica partitura y el talento de cuantos participan en la cinta logran salvar estos escollos, llenando de magia la pantalla en cada uno de los números musicales.


Cyd Charisse nunca estuvo más bella e irreal, flotando en brazos de un soberbio Gene Kelly como en un sueño romántico. Kelly sabe adaptar con increíble sabiduría su personalidad a un tema más propio de opereta que de su habitual ritmo moderno. Ambos convierten en clásicos cada uno de los bailes en que participan, haciendo que todas las emociones del espectador se integren con sus movimientos perfectos y llenos de sutileza. Pocas veces se ha visto en la pantalla un modo más hermoso de expresar el enamoramiento que el de Cyd y Gene en el número "The Heather on the hill" (Como el brezo sobre la colina), en el que ella flexiona y adapta su cuerpo, acercándose y escapándose de los brazos del bailarín como un suave y delicado velo. Ellos son el centro absoluto de la película, excelentemente arropados por el resto del reparto, destacando un ya maduro Van Johson, lejos de sus habituales roles de estudiante enamoradizo, como el amigo y confidente de Kelly que desata parte del drama de la historia.


Como es habitual en Minnelli la puesta en escena es soberbia y el uso del color magnífico, dando una interesante lectura poética al filme, haciendo que el espectador sienta en algún momento como suya la frase pronunciada por uno de los personajes... "Todo el mundo anela encontrar su Brigadoon"...

La película fue candidata a los Oscars relativos a la mejor dirección artística en color, mejor vestuario en color y mejor sonido, aunque no se alzó con ninguno de estos galardones.


Un filme sencillamente mágico, apto para soñadores, en el que la inocencia de los sentimientos y el ideal romántico triunfan sobre la separación espacio - tiempo.

martes, 8 de diciembre de 2015

FILMOGRAFÍA CLÁSICA... "NIEBLA EN EL PASADO" (1942) MERVYN LE ROY


Soberbio melodrama de la Metro con una pareja de lujo dirigido de forma excepcional por uno de los mejores artesanos del Hollywood clásico, el realizador de origen judío Mervyn Le Roy. Basada en una novela del escritor inglés James Hilton, cuenta la historia de amor entre una cantante y un soldado amnésico tras la primera guerra mundial. Ambos contraen matrimonio en estas circunstancias, pero él recupera de repente la memoria tras un accidente, olvidando todo lo acontecido durante su etapa de ausencia, por lo que su esposa debe luchar por reavivar el recuerdo de sus años felices, a pesar de ser una absoluta desconocida para él en su nueva situación.


Desde su irrupción en la meca del Cine con la película "Adiós Mr. Chips" (1939) junto a su compatriota Robert Donat (que ganó un Oscar por su interpretación del entrañable maestro Chips), Greer Garson había ido encadenando un éxito tras otro, convirtiéndose en "la reina del estudio". Un par de años antes había servido una excelente interpretación junto a Laurence Olivier en la adaptación de otra obra famosa de la literatura inglesa "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen, rebautizada en nuestro país "Más fuerte que el orgullo" (1940). Su magnífico talento e impecable dicción, la habían convertido en una de las actrices mimadas del todopoderoso Louis B. Mayer, lo que la colocaba en una posición de privilegio dentro de la industria de aquellos años. Durante los años 40 fue una de las estrellas mejor pagadas y más valoradas entre crítica y público. No solo era una mujer bellísima, además era una formidable actriz, que solía interpretar los melodramas más exacerbados sin caer en manierismos descontrolados, ofreciendo por lo general una lectura llena de contención y sensibilidad, sin dejar por ello de trasmitir toda la emoción de sus personajes.


A su lado el veterano y siempre eficaz Ronald Colman ideal como el soldado herido durante la primera guerra mundial, que no recuerda nada de su vida anterior. A pesar de ser algo mayor para el papel, la elegancia de Colman como intérprete nos hace olvidar este escollo, centrándonos en sufrimiento y mundo interior.


La sabiduría dramática de los actores, la fabulosa maquinaria de los estudios, el excelente guión y la eficaz dirección de Le Roy convierten a "Niebla en el pasado" en una perla radiante dentro de la corona del melodrama de todos los tiempos. El filme cuenta con una magnifica puesta en escena que dota a la historia de una cálida atmósfera romántica de belleza irresistible, como solo la Metro solía hacerlo en la época, convirtiéndose en una de las señas más características de la productora durante este periodo. Fue nominado para los Oscars correspondientes a la mejor película, mejor director, mejor actor principal y mejor actriz secundaria, aunque no obtuvo ninguna de la preciadas estatuillas, siendo batida en casi todas las categorías por "La señora Miniver" (1942) otro vehículo de Greer Garson que le proporcionó el Oscar a la mejor actriz de aquel año.

Deliciosa, delicada y excelente muestra de cine romántico que suposo un enorme éxito de público y sigue enamorando en cada visionado

domingo, 15 de noviembre de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... GENE TIERNEY


Es uno de los rostros más fascinantes que jamás iluminó la pantalla, un nombre indispensable en la galería de "Diosas del Amor" de la Edad Dorada y una de sus actrices más personales... Tiene además una impresionante filmografía a sus espaldas, especialmente los títulos que rodó durante los años cuarenta, su época de mayor gloria, pocas estrellas pueden presumir de contar con tantas obras maestras y filmes de calidad en su trayectoria. Sin duda alguna su carrera se benefició de participar del período más frutífico de la Fox, productora que la tenía bajo contrato, en lo que se conoce como "El período del director" y que reunió bajo este emblema a genios de la talla de Otto Preminger, Ernst Lubistch, Joseph L. Mankiewicz o John M.Stahl. Su magnifica fotogenia sirvió por igual a los propósitos del Cine Negro que del melodrama clásico y moderno. Si bien rodó algunos títulos en Technicolor, el aficionado al cine siempre preferirá su bello rostro enmarcado en la bruma hechicera del blanco y negro, en la que su imagen trascendía la pantalla de forma etérea e irreal.


Como tantas otras inició su carrera en los escenarios de Broadway donde fue descubierta por los cazatalentos de Hollywood, obteniendo papeles protagonistas desde el inicio de su carrera. El maestro Ford le ofrece su primera oportunidad importante al interpretar a la seductora granjera de "La ruta del tabaco" (1941), encarnando a continuación a la temperamental "Belle Star" (1941) y a una bellísima polinesia en el filme de aventuras "El hijo de la furia" (1942) junto al lindo Tyrone Power, estrella máxima de la productora. Participa en uno de los títulos malditos de Josef Von Sternberg, descubridor de Marlene Dietrich, la éxotica "El embrujo de Shanghai" (1941) y alcanza la inmortalidad protagonizando una de las obras inmortales de la época, la magnífica "Laura" (1944) de Otto Preminger.



El papel en "Laura" queda asociado a Gene del mismo modo que "Gilda" (1945) a Rita Hayworth, y al igual que esta la fascinación que despierta, la mezcla de misterio y magia derivado de la personalidad de la protagonista es irresistible. Alcanzada la consagración con la ambigüedad típica de las devoradoras del Cine Negro, refuerza su mitomanía interpretando a dos de las arpías más perversas de la historia. La patológica Ellen de "Que el cielo la juzgue" (1945), que entre otras villanías dejaba morir ahogado en un lago al hermano paralítico de su esposo y se tiraba por unas escaleras para abortar del vástago que esperan, y la egoísta Isabel de "El filo de la navaja" (1946), niña mimada acostumbrada a lograr su capricho a cualquier precio. Lejos de generar rechazo con dos papeles tan desagradables, la adoración de público e industria fue en aumento.



Ninguno de sus siguientes títulos estuvo a la altura de los anteriores, si bien participo del universo creativo de Josep L. Mankiewicz, en dos excelentes obras a revalorar. La fantasía gótica "El castillo de Dragonwyck" (1946) y la romántica e irreal "El fantasma y la Sra. Muir" (1947), uno de mis títulos favoritos, dicho sea de paso.

Los años cincuenta pasaron factura al bello rostro de Gene Tierney que se endureció envejeciendo antes de tiempo, esto unido al escaso interés de los títulos filmados en aquellos años hizo que su carrera de acortase de forma prematura, si bien rodó algún filme en el que aún conservaba parte de su atractivo personal como "No me abandones" (1953) junto a Clark Gable, donde era una bailarina atrapada tras el telón de acero a quien Gable lucha por rescatar, o la mediocre pero espectacular adaptación de la obra de Mika Waltari "Sinuhe, el egipcio" (1953) donde interpretaba a la despiadada princesa Baketamón. "La mano izquierda de Dios" (1955) junto a Humphrey Bogart fue su último título como protagonista.



Siguiendo la leyenda negra de otras tentadoras famosas del Cine, su vida personal empezó a sufrir una serie de altibajos que la hicieron caer en picado... Divorcios, desengaños, abortos, condujeron su vida a una serie de desequilibrios e ingresos en clínicas psiquiátricas para tratar su depresión. Ante tal situación la industria dio la espalda a la otrora famosa estrella, que al parecer nunca recuperó del todo el equilibrio personal. Solo regresó a la pantalla en papeles episódicos durante los años sesenta. Su matrimonio con el millonario W.Howard Lee, puso punto final a su carrera, en adelante pondría su nombre al servicio de distintas instituciones benéficas, viviendo felizmente retirada hasta su fallecimiento en 1991 con setenta años de edad.


Fue nominada para el Oscar a la mejor actriz en una única ocasión por "Que el cielo la juzgue" pero la dorada estatuilla fue a las manos de Joan Crawford por su papel de madre sufridora en "Alma en suplicio". No obstante ningún galardón puede remplazar a su fascinadora presencia, a su rostro mágico dando vida a la pantalla con la fuerza arrolladora de los astros eternos e incandescentes.

viernes, 16 de octubre de 2015

CON ACENTO ESPAÑOL... "MORENA CLARA" (1936)



Cuando se rodó "Morena Clara" Imperio Argentina ya era la máxima estrella del Cine hispano, con esta película no hizo sino reafirmar su estatus para perpetuarlo, dejando su imagen grabada en la historia del Cine como una de las figuras populares más importantes, uniendo fotogenia, voz y talento interpretativo. Porque Imperio no solo era una excelente cantante de exquisito gusto, sino una soberbia intérprete tanto en la comedia como en el drama, si bien es en el primero de los géneros donde dio rienda suelta a todo su potencial, iluminando la pantalla con su sonrisa incontaminada y contagiosa.

Basada en una obra de Quintero y Guillén, fue uno de los mayores éxitos de nuestro cine y del periodo republicano. Parece ser que Imperio y su esposo Florián Rey estaban buscando inspiración para su nueva colaboración tras el taquillazo de "Nobleza Baturra" (1935) y en cuanto vieron la obra escénica encontraron los suficientes alicientes para realizar una película donde la estrella pudiera lucir todo su talento como actriz y cantante. Atendiendo al resultado hay que decir que no se equivocaron.


Para dar la réplica a la actriz se recurrió una vez más al cómico Miguel Ligero, que ya había probado su química con Imperio en sus anteriores filmes a las órdenes de Rey y era otra figura enormemente popular en la época, lo que aseguraba el potencial en taquilla de la película. A pesar de ser madrileño de nacimiento, Ligero hace una soberbia composición del gitano "Regalito", hermano en la ficción del Trinidad, personaje interpretado por Imperio. Las bulerias "Échale guindas al pavo" que ambos ejecutan con una comicidad deliciosa, es uno de los momentos más recordados de la cinta y han entrado por derecho propio en el repertorio más célebre de la copla clásica, al igual que los otros dos temas interpretados por la artista en la película. "El día que nací yo", ya se encontraba en el original escénico, no como canción, sino como un extenso recitativo a cargo de la protagonista, en el filme fue musicada por Mostazo para que la actriz la interpretara mientras cose en la reja en un prodigio de naturalidad y poesía que hacen que el tiempo se detenga para escucharla. El plato fuerte lo constituye la zambra "Falsa monea" que ha quedado fija en la memoria popular como banda sonora de una época. Indescriptible la interpretación de Imperio mezcla de dolor y coraje, mientras la cámara la va acompañando en un inteligente "travelling" fuera del hogar que la había acogido, apostillando los sentimientos expresados en la letra de esta inmortal copla, uno de los grandes momentos del cine popular de todos los tiempos.


Acompañando a la estrella, el galán Manuel Luna, que gracias a este filme se convirtió en uno de los actores más conocidos de nuestra filmografía  con una sólida carrera a sus espaldas y los característicos Pepe Calle, María Bru y Carmen de Lirio, prácticamente olvidados hoy en día, pero figuras de renombre en su momento.

La película se estrena en el Cine Rialto de Madrid unos meses antes del estallido de la guerra civil, convirtiéndose de inmediato en el filme más taquillero del cine español hasta ese momento, permaneciendo en cartel hasta bien avanzada la contienda en ambos bandos, como imagen fija del cambio social y político que estaba a punto de producirse. Finalmente es retirado de la zona republicana al conocerse que Imperio y Florián han sido contratados para rodar una película en la Alemanía nazi que resultó ser "Carmen, la de Triana" (1938). 


El ritmo de la cinta es excelente, las situaciones cómicas irresistibles y la verborrea de los protagonistas deliciosa. Un estilo de cine que sería imitado hasta la saciedad, generalmente de un modo mucho más rutinario, en las siguientes décadas. Tras la guerra el cine popular español perdió una parte importante de la espontaneidad, gracejo y sencillez de estas obras, volviéndose más acartonado, acentuando los falsos tópicos de pandereta. 



Esto fue harto evidente en la segunda versión del mismo asunto que filmó Luis Lucía en 1954 con Lola Flores, Miguel Ligero (que repetía el personaje de "Regalito") y Fernando Fernán Gómez como el fiscal. A pesar de lo suculento del reparto, ninguno de los artistas citados consigue estar a la altura de sus predecesores, en parte por culpa de una dirección estática y un guión que sustituye la gracia de las situaciones de antaño por chistes de fácil digestión y folklore de baratillo. Aún así se recuerda como uno de los títulos más populares de "La Faraona" cuyo temperamento brilla como siempre por encima del argumento.

Una película imprescindible a la hora de abordar la historia del cine español y la evolución del género popular.

lunes, 12 de octubre de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... VIVIEN LEIGH


Indudablemente ha pasado a la historia como la protagonista de "Lo que el viento se llevó" (1939). La fuerza de su interpretación es tan arrolladora que pocas veces un personaje ha quedado tan asociado a una actriz. Sin embargo Vivien fue mucho más que Scarlet O`Hara... Era una intérprete magnífica y apasionada tanto en la escena y la pantalla como en su vida personal. Tras casarse con el Lord del teatro inglés, Sir Laurence Olivier, se convirtió en la reina consorte, aunque su talento siempre fuese considerado por debajo del de su esposo. Y es que el potencial dramático de Vivien no se encontraba en las exigencias de Shakespeare, sino en personajes contemporáneos intensos y apasionados como el de la prostituta de "La máscara de la virtud" (1935), la obra que la convirtió de la noche a la mañana en una de las revelaciones de la escena inglesa, o la Blanche Dubois de "Un tranvía llamado deseo" (1951) por la que obtuvo un merecidísimo segundo Oscar.


Su enorme ambición por alcanzar el triunfo como actriz, hizo que pronto se convirtiese en una de las favoritas del cine ingles en títulos como "Callejón sin salida" (1938) junto al prestigioso Charles Laughton o "Fuego sobre Inglaterra" (1937) donde coincidió por primera vez con Olivier iniciando un sonado romance que acabó con el matrimonio de ambos actores. En el caso de Vivien su tórrido idilio le hizo abandonar marido e hija por seguir a su amante hasta EEUU donde había sido contratado por Selnick para rodar "Cumbres Borrascosas" (1939). Olivier intentó que Vivien obtuviese el rol de la protagonista a su lado, y parece ser que hizo la vida imposible a su compañera de reparto Merle Oberon, cuando fue rechazada por la productora al ser una actriz desconocida para el público americano.


Sin embargo el rechazo para el papel de Cathy, se convirtió en la mayor oportunidad de su carrera al convertirse en la protagonista de uno de los filmes más amados de todos los tiempos. La magnífica maniobra publicitaria de David O´Selnick productor de la película, había convertido el estreno de "Lo que el viento se llevó" en uno de los acontecimientos más esperados, haciendo que el papel de Scarlet fuera codiciado por todas las actrices de Hollywood. Vivien borró de un plumazo a todas las candidatas desde las primeras pruebas. Se dice que en su afán por conseguir el papel, se había leído la novela hasta empaparse de la personalidad de su protagonista. Scarlet tenía mucho que ver con ella en belleza, temperamento y ambición... Una vez más el cine imitaba a la vida.

Tras el éxito de pisar "la tierra roja de Tara", avalado por un primer Oscar a la mejor actriz del año, la industria entera cayó rendida a sus pies y ella reafirmó su categoría estelar en una historia romántica imperecedera junto al bello Robert Taylor, "El puente de Waterloo" (1940), donde interpretaba a una delicada bailarina que se ve obligada a ejercer la prostitución al pensar que su prometido a muerto en la guerra.


Eligió cuidadosamente el resto de sus intervenciones en cine, aunque ninguno de sus siguientes trabajos tuvo una acogida similar a los anteriores, a pesar de la calidad de algunos de ellos. Esto unido a su amor por Olivier y el teatro hizo que no se prodigase demasiado en la pantalla, centrando sus esfuerzos en las giras que realizó junto a su marido.

Ambos vivieron un amor imposible en "Lady Hamilton" (1941). A continuación se convirtió en la egipcia más famosa de todos los tiempos en "César y Cleopatra" (1946) junto a Claude Rains y fue la adúltera "Anna Karenina" (1948), en la versión de Tolstoi dirigida por Julien Duvivier. Le llegó su segunda gran oportunidad al interpretar a la protagonista de "Un tranvía llamado deseo" junto a la revelación de la década, Marlon Brando, que ya había interpretado la obra en teatro junto a Jessica Tandy. A partir de entonces sus trabajos en cine se vieron espaciados cada vez más, en parte debido a su delicado estado de salud. Padecía una enfermedad nerviosa que la apartó del rodaje de "La senda de los elefantes" (1954) siendo sustituida por Elizabeth Taylor.

Su precaria salud unida a los problemas matrimoniales con Olivier la hicieron envejecer prematuramente, endureciendo su bello rostro frente a la cámara. El matrimonio se separó en 1960 si bien Vivien no llegó a superar nunca el divorcio del actor que fue el hombre de su vida, a pesar de que su fuerte carácter y enfermedad mental tuvieron mucho que ver con el fin de su relación.


Tras un largo periodo convaleciente murió de tuberculosis en 1963, con solo 53 años. El mundo de espectáculo la lloró desconsolado, pues era una personalidad adorada especialmente en Inglaterra, donde se la consideraba una de las principales Damas de la interpretación. Olivier permaneció horas junto al féretro velando al que fue su gran amor, como último gesto a la mujer que llenó la mayor parte de su vida y su trayectoria profesional. Para el público nunca desapareció ya que su imagen permanece inmortal erguida orgullosa frente a una plantación sureña, iluminada por cielos enrojecidos y acompañada de una banda sonora que es la propia historia del Cine.

viernes, 9 de octubre de 2015

CINE EN LA RETINA... "A DIOS PONGO POR TESTIGO..."

Sin duda alguna es una de las escenas más conocidas del 7º Arte, una imagen que se repite una y otra vez en todos los documentales que hablan sobre Cine, un icono que se ha mantenido a lo largo del tiempo desde su estreno. Y es que la fuerza sobrecogedora de la interpretación de Vivien Leigh y la belleza de la fotografía de Ernest Halle y Lee Garmes unidas a la estremecedora partitura de Max Steiner, son capaces de transportarnos por la más intensa de las emociones poniendo el Alma en pie.


El soberbio guión coloca la situación en el punto álgido del melodrama para hacer estallar el férreo carácter de la protagonista con tal sabiduría, que hace que el espectador se identifique con la historia y el peligroso temperamento de Scarlett sin dudarlo. En una época en la que América estaba saliendo de la Gran Depresión y el mundo se encontraba a las puertas de la 2ª guerra mundial. Heroínas como Scarlett fueron la representación del triunfo de la voluntad sobre el desastre, colocándose en primera fila de la resistencia frente a la injusticia, por más que los medios para renacer no fuesen los más ortodoxos, como en el caso del personaje que nos ocupa... Todo se le perdonaba en base al sufrimiento que le hace ponerse el mundo por montera y usar sus peores artes para conseguir sus objetivos. Al fin y al cabo Scarlett no deja de ser una niña malcriada y egoísta que se ve obligada a crecer demasiado pronto sin medir las consecuencias de sus actos, dando la espalda a los cadáveres que va dejando en el camino, con el fin de mantener la mirada fija siempre en no volver a descender a los infiernos y conseguir lo que quiere.

Técnicamente la secuencia es irreprochable. La protagonista derrotada tras encontrar su hogar destruido, la madre muerta y el padre enloquecido, muerta de hambre se encamina al huerto para devorar cualquier migaja que pueda encontrar. La fotografía en Technicolor se muestra aquí oscura para acentuar el carácter dramático y desolador, mostrando al personaje a contraluz con la promesa de un enrojecido amanecer... La cámara se acerca a su rostro en un conmovedor primer plano para que Scarlett lance al Cielo su juramento, para alejarse con un estremecedor travelling mientras la música eleva el sentimiento del momento, convirtiéndolo en épico...

A título anecdótico comentar que Vivien Leigh se negó a realizar el sonido de las nauseas que al personaje generan la amargura de los rábanos y la situación, ya que le daba asco realizar ese gesto en pantalla, siendo doblado su vómito por Olivia de Havilland, la actriz que interpreta a la igualmente inolvidable Melanie. La escena tardó 15 días en rodarse, hasta que el productor encontró el tono del amanecer que quería para la secuencia, entendiendo que se trataba de uno de los momentos culminantes de la película, al ser un antes y después en la historia de los personajes.

Absolutamente magistral... Imposible no verla y enamorarse de su protagonista y del Cine como arte, narrador de historias y transmisor de emociones.


HISTORIAS DE CINE... PAREJAS IDEALES

Desde los inicios del Cine como industria el magnetismo y pasión despertado por las estrellas de la pantalla ha sido uno de sus mayores atractivos. Cuando una de ellas era emparejada con otro astro y se producía entre ellos la química suficiente como para establecer una colaboración a largo plazo, se creaba lo que se dio en llamar "parejas ideales", generando ciclos enteros protagonizados por un mismo elenco protagonista, que ampliaba el potencial estelar de ambos, llenando las arcas de las productoras.




Esto fue así desde la etapa del cine silente, pero se desarrolló en todo su esplendor a partir de la irrupción del sonoro, cuando el Star System alcanzó su época de gloria. De este modo todos los estudios de Hollywood su pusieron manos a la obra para crear sus parejas ideales...




La modesta RKO contó con el dúo más popular del musical de todos los tiempos, los magníficos Fred Astaire y Ginger Rogers que dieron horas de baile y entretenimiento a cantidades ingentes de público a lo largo de diez títulos inmensamente populares, el último de ellos en la Metro reencuentro único para nostálgicos de la pareja.


Precisamente el estudio del León que presumía de tener "más estrellas que en el Cielo", fue experto en generar parejas de éxito en distintos géneros. Contó con los talentosos Spencer Tracy y Katherine Hepburn en la comedia. Los incombustibles Mickey Ronney y Judy Garland en el musical de corte moderno y los canoros Jeanette Macdonald y Nelson Eddy en la Opereta clásica, que llenaron la pantalla de hermosos trinos en siete títulos, haciendo las delicias del público más familiar. Otro dúo de altos vuelos fue la pareja formada por el Rey Gable y la sensual Joan Crawford, ambos demostraron su potencial erótico y su rentabilidad en taquilla en ocho ocasiones. Sin olvidar los dramas familiares de la pareja por excelencia de este género en el estudio, la británica Greer Garson y el canariense Walter Pidgeon, que hicieron llorar a lágrima viva al mundo entero en ocho títulos llenos de nostalgia y romanticismo. De igual manera el público vibró con las hazañas del más célebre Tarzán de la pantalla y su Jane, Johnny Weissmuller y Maureen O ́Sullivan que pasearon su amor roussoniano por la selva en seis filmes inolvidables para miles de escolares y soñadores en general.







La Warner contó con la pareja más famosa del cine de aventuras personificada en la apostura de Errol Flynn y Olivia de Havilland, que nos deleitaron con sus filmes de capa y espada y sus visitas al Far West. Reventó la taquilla con los dramas protagonizados por la reina del estudio, Bette Davis, junto al eficaz George Brend, un sólido actor que no brilló demasiado por estar a la sombra del inmenso talento de Bette en vehículos realizados para el lucimiento absoluto de la actriz, juntos intervinieron nada menos que en trece títulos, algunos de ellos inmortales como "Jezabel", "La Carta", "La solterona" o "Amarga victoria". En otro de los apartados más famosos del estudio, el llamado "cine negro", se beneficiaron con la pareja más popular del género, Humphrey Bogart y Lauren Bacall, cuya química en la pantalla fue dinamita pura a lo largo de cuatro títulos imperecederos, desde "Tener y no tener" hasta "Cayo Largo", pasando por "El sueño eterno" y "La senda tenebrosa".



La Columbia removió los cimientos de la sociedad puritana con la tentadora "Gilda" protagonizada por la Diosa Rita Hayword junto a Glenn Ford, pareja que repetiría tensión sexual en "Los amores de Carmen" y "La Dama de Trinidad".



La Paramount gozó del privilegio de otra pareja fascinante en el apartado del "Cine negro" tan grandes en estos menesteres como Bogart y Bacall aunque su mito se haya visto desdibujado en el tiempo... Alan Ladd y Verónica Lake.




También hubo "extrañas" parejas como las formadas por Stand Laurel y Oliver Hardy, conocidos como "El gordo y el Flaco" cuya carrera se desarrolló prácticamente juntos, al igual que ocurrió más adelante con Abbot y Costello, en cierta forma una réplica de los populares cómicos. O la formada por los irremplazables Jack Lemmon y Walter Mathau, uno de los dúos de humor ácido con más talento de la pantalla.



El ejemplo del cine americano fue seguido por el resto filmografías con igual fortuna. En nuestro país la productora Cifesa, la única que creo un sistema de estudios similar al de Hollywood aunando a las actrices y actores más famosos del momento bajo contratos de siete años de duración, ofreció varios ejemplos de parejas populares como las formadas por Amparo Rivelles y Alfredo Mayo o la misma actriz junto a Rafael Durán en diversos melodramas de época, y el que quizás sea el mayor ejemplo de éxito de aquellos años, la inolvidable Imperio Argentina junto a Miguel Ligero, uno de los dúos con mayor química de nuestro cine, si bien no se abordaba de un modo romántico, sino como contrapunto cómico al personaje de la estrella...

Todos ellos demostraron que el talento unido al servicio de la obra era un modo mucho más potente de arrastrar al público hasta las salas, dejándose hechizar por aquellas sombras proyectadas a 24 imágenes por segundo sobre un fondo en blanco, soñando otras vidas y lugares a través del rostro de sus estrellas favoritas...

viernes, 11 de septiembre de 2015

FILMOTECA CLÁSICA... "KISMET" (1955) VINCENTE MINELLI


Este remake en clave musical de "El príncipe mendigo", una célebre pieza teatral de Edward Knoblock escritor inglés de origen alemán, supone uno de los últimos musicales importantes de la célebre "Fred Unit", el equipo que bajo la batuta del productor Arthur Freed dio los mayores días de gloria al musical marca Metro en la pantalla, lo que equivale a decir al mejor cine musical de todos los tiempos.

Sin ser de los mejores del ciclo, esta deliciosa "stravaganza" filmada por Minelli, constituye un encantador espectáculo con una magnífica puesta en escena y un fabuloso uso del color como catalizador de la historia, que delatan el habitual buen gusto de su director. En esta ocasión el autor eleva sus inquietudes estéticas por encima del propio argumento, recreando una Bagdad recargada y teñida de rabioso colorido, dotando a algunas de sus escenas de un barroquismo más propio de carnaval veneciano, que sin embargo funciona de maravilla, introduciendo al espectador y a la historia en el mundo de "Las mil y una noches", desde un gusto y una óptica occidentales.


Gran parte del éxito de la cinta descansa en el encanto de sus protagonistas, el sensacional barítono Howard Keel y la deliciosa Ann Blyth. El reparto reúne algunos de los mejores profesionales de la época, situando el entretenimiento en cotas muy altas. Keel era un magnífico cantante y actor, aparte de un soberbio ejemplar masculino, alto y fuerte, que llegó demasiado tarde al mundo del cine, cuando el star system estaba dando las últimas bocanadas, aún así tuvo tiempo de participar en una serie de musicales y operetas célebres en las que aportó su gallardía y formidable talento. La risueña Ann Blyth, se convirtió en una de las alondras preferidas de la Metro en títulos como "Rose Marie", "El Gran Caruso" o "El príncipe estudiante", su simpatía y entrañable presencia, unida a su agradable fotogenía hizo de ella una de las favoritas del público durante la década de los cincuenta. Junto a ellos una espectacular y exuberante Dolores Gray, otro talento malogrado por la caída de los estudios y el soso Vic Damone, cantante de moda en la época, particularmente inapropiado como el Califa, siendo uno de los pocos lastres de la película y cuyo único acierto se limita a entonar románticamente con Ann Blyth la célebre canción "Extraño en el paraíso" cuya popularidad traspasó fronteras siendo adaptada a varios idiomas, en España la grabaron con gran éxito el magnífico Luis Mariano y la cantante melódica Gloria Lasso.


A pesar de no contar con el interés de otras cintas del género rodadas en la época, resulta un filme entretenido y de formidable factura como casi todos los de su director. A destacar la soberbia banda sonora, muy discutida en su momento por versionar los temas más célebres de la opera "El principe Igor" de Borodín.

En 1944 se rodó un precedente en Technicolor protagonizado por Ronald Colman y Marlene Dietrich, en el que esta última lucía un delirante vestuario famoso por teñir sus celebres piernas de color oro... Así era el Cine a la hora de despertar la magia y los sueños en la imaginación del espéctador.

sábado, 18 de julio de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... BARBARA STANWYCK


Sin duda es una de las grandes Damas de la pantalla. Pertenece a una estirpe de mujeres fuertes, hechas a sí mismas que consiguieron imponerse en un mundo de hombres y gobernarlo. Actrices como ella, Bette Davis, Irene Dunne o Katherine Hepburn dieron catergoría a la interpretación cinematográfica, entonces denostada en favor de la teatral. Ellas son el icono, el ejemplo a seguir por todas las actrices que llegaron después.

Aunque tenía cierto ictus de dureza en el rostro que podía hacerla parecer algo antipática, parece ser que era una mujer extraordinariamente afable y tanto sus compañeros como la industria adoraban trabajar con ella. Esa misma rigidez unida a su carácter decidido y emancipado y su amistad con la colonia gay de Hollywood, hicieron correr el bulo sobre su posible lesbianismo, algo que nunca llegó a ser probado y que pertenece más a la crónica rancia de una sociedad que no admitía personalidades modernas y adelantadas a su tiempo como la de Miss Stanwyck. Quizás en un corte de mangas a la rumorología sobre su persona Barbara interpretó a una de las primeras lesbianas declaradas en la historia del Cine, fue en la escandalosa adaptación de la obra de Tennessee Williams "La gata negra" dirigida por Edward Dmytryk en 1962. Para los curiosos estuvo casada en dos ocasiones, ambas con actores, el segundo de ellos fue el lindo Robert Taylor que parece ser dejó tal huella en ella que jamás volvió a contraer matrimonio tras su divorcio.

Como ocurre con este tipo de personalidades sus inicios no fueron fáciles. Nacida en el seno de una familia muy humilde, tras la muerte de su madre y el abandono del hogar por parte de su padre, pasó su niñez y adolescencia entre familias de acogida. Ejerció distintos oficios hasta alcanzar su oportunidad en la escena, si bien entró en este mundo por la puerta de atrás, haciendo de corista en espectáculos frívolos y arrevistados, al aparecer bastante ligera de ropa. La actriz Jessica Lange, admiradora de la estrella, declaraba en un homenaje que la Academia rindió a esta, que siempre que su ánimo decaía a los inicios de su carrera, recordaba que Barbara había sido durante mucho tiempo "el tercer candelabro a la derecha" y esto le ayudaba a no tirar la toalla.

Llegó al cine con el advenimiento del sonoro, logrando sus primeras oportunidades importantes de la mano del gran Frank Capra, que la convirtió en una de sus actrices favoritas en títulos como "Amor prohibido" (1932), "Mujeres ligeras" (1930), "La amargura del General Yen" (1933) o "Juan Nadie" (1941). Demostró su talento para la comedia en dos obras maestras del género, "Las tres noches de Eva" (1941), donde traía por la calle de la amargura a un infeliz Henry Fonda, y la deliciosa "Bola de fuego" (1941), donde era la amante de un gánster que para ocultarse de la policía se introduce como un torrente sexual y descarado en la vida de unos encantadores profesores que elaboran una enciclopedia, liderados por un sensacional Gary Cooper que irremediablemente cae en brazos de la seductora.

Inmortalizó su presencia en el "cine negro" con dos títulos fundamentales "Perdición" (1944), una de las malvadas mas despiadadas de la historia que lleva al crimen y a la autodestrucción a un agente de seguros interpretado por Fred Mcmurray y "El extraño amor de Martha Ivers" (1946), otra arpía que maneja a su antojo a un pusilánime Kirk Douglas. Estuvo igualmente magnífica como la esposa postrada en cama que recibe una llamada avisándole de que va a ser asesinada esa noche en "Voces de muerte" (1948), consiguiendo un retrato formidable de la angustia que le valió un nominación al Oscar a la mejor actriz de aquel año.

Pisó con igual autoridad las praderas del Far West en filmes como "Annie Oakley" (1935), "Unión Pacífico" (1939) o "La reina de Montana" (1954). Pero a pesar de contar con una carrera larga y variada con más de 80 títulos a sus espaldas, sin duda su recuerdo está principalmente asociado al ciclo de lo que se dió en llamar "cine para mujeres". Soberbios melodramas, en los que interpretó esposas, madres y amantes firmes, regias, apasionadas, enfrentadas a vidas complicadas en películas como "Mi reputación" (1946), "Mundos opuestos" (1949), "Su gran deseo" (1953) o "Stella Dallas" (1937), uno de sus filmes más conocidos y soberbio recital interpretativo. La escena final en la que la protagonista contempla desde la calle de forma anónima la boda de su única hija, a la que había dedicado toda su vida, con un joven de la buena sociedad, es una de las cumbres del melodrama americano y su paseo por las calles con el rostro emocionado pero satisfecho por el resultado de su sacrificio como madre, la coloca en el lugar de las grandes actrices de la época dorada.

Falleció en 1990, a los 82 años, a consecuencia de una enfermedad cardíaca. Nunca obtuvo ningún Oscar, aunque fue nominada en cuatro ocasiones a estos galardones. Avergonzada de su miopía la Academia de Hollywood le concedió uno a título honorífico en 1981, aunque no necesitase tal distinción, ya que con su trabajo ante las cámaras había entrado en la galería de los inmortales por derecho propio, convirtiéndose en uno de los mitos del Séptimo Arte, formando parte de su mejor historia en imágenes eternas... 

martes, 14 de julio de 2015

CON ACENTO ESPAÑOL... "LA VERBENA DE LA PALOMA" (1935) BENITO PEROJO


En los años inmediatamente anteriores a la guerra civil, durante la segunda república, la industria cinematográfica española alcanzó las cotas más altas de entretenimiento conseguidas hasta entonces, dando a nuestro cine entidad propia. El enorme éxito de distintas cintas de carácter popular, especialmente las protagonizadas por Imperio Argentina, la mayor estrella del momento, colocaron la industria de cine española a la cabeza del mercado hispano parlante.

En esa línea de cine popular, dotado de una dignísima calidad y sabiduría cinematográfica, se encuentra esta versión de una de las zarzuelas más populares del repertorio "La verbena de la Paloma". Dirigida por Benito Perojo, uno de los pioneros de nuestro cine, constituye uno de los mayores éxitos del periodo republicano y uno de los primeros y casi únicos filmes auténticamente musicales rodados en nuestro país, en el que todos los números se insertan con tal acierto que consiguen dar una continuidad al relato, sin interrumpir en ningún momento la historia, como solía ocurrir en este tipo de filmes, en los que la acción se frenaba para que la estrella del momento luciese sus facultades canoras, deleitando al público con sus cantes y bailes totalmente ajenos al argumento.

Desde el periodo del mudo la zarzuela, como parte de la tradición escénica de nuestro país, fue fuente de inspiración para productores y directores, que adaptaron aún sin música títulos tan populares como "Maruxa", "La Revoltosa" o "Gigantes y cabezudos". Incluso "La verbena de la Paloma" tuvo una primera versión en 1921 dirigida por José Buchs conociendo ya por entonces un gran éxito, y en la que el posteriormente famoso director Florián Rey interpretaba el papel de Julián, protagonista masculino de la obra.

Se hacia inevitable que con el advenimiento del sonoro la producción musical española se viese inundada de títulos zarzueleros. Así vieron la luz "Carceleras" (1932), primer filme español completamente "hablado y cantado" como se anunciaba por entonces, "Doña Francisquita" (1934), "La reina mora" (1936), "La Dolorosa" (1934) o "El gato montés" (1936), entre otras. Pero sin duda alguna la más popular de todas fue esta "Verbena" de Perojo producida por Cifesa y protagonizada por un elenco de estrellas muy populares en su tiempo. Desde su inicio fue concebida como una de las mayores producciones rodadas hasta el momento en nuestro país, reivindicada como tal por la crítica moderna a principios de los años 90 del siglo XX. Da idea de ellos los espectaculares decorados construidos en los estudios Cea de Ciudad Lineal, que reproducían todo el sabor del Madrid castizo en el que se desarrolla la historia. Hubo incluso una escena, perdida hoy día, que en el original fue rodada en Technicolor.

El filme de Perojo es sin lugar a dudas de una calidad brillante y en él se observa una evolución técnica y artística que el cine español venía desarrollando desde unos años antes. La cámara se mueve con soltura sorteando las limitaciones del primitivo sistema de sonido que limitaba la movilidad, consiguiendo una obra plenamente cinematográfica que conserva toda la esencia de la obra original, sin dejarse influir por su procedencia escénica. Para la escena de las famosas seguidillas "Por ser la Virgen de la Paloma" se construyo una calle de más de 500 metros por las que circulaba un tranvía tirado por caballos en el que estos avanzaban al son de la popular música de Bretón, en un alarde de montaje por parte del director, que proporciona a la película de un ritmo magnífico que marcó el tono de la película.

Pero principalmente la obra se beneficia de un reparto excepcional, en el que figuran algunas algunas de las estrellas más populares de la época. Al frente del reparto el cómico Miguel Ligero como el boticario Don Hilarión, que se convertiría en adelante en una de sus especialidades tanto en cine como en teatro. El echo de que en una de las más célebres grabaciones discográficas de esta zarzuela el cómico madrileño fuese elegido para interpretar este rol, da una idea de la identificación que se produjo entre el actor y el personaje. Siendo en adelante uno de sus papeles más recordados.

La castiza Susana es interpretada por la estupenda actriz-cantante Raquel Rodrigo, conocida en su día como "la novía de España". Su agradable timbre de soprano y su belleza latina la hacían la interprete ideal de la multitud de comedias musicales y zarzuelas rodadas durante esos años. Su estrella brilló muy alto aunque tras la guerra civil su carrera fue perdiendo interés hasta caer prácticamente en el olvido. Hoy en día su fama sobrevive principalmente por su participación en este filme.

El galán Roberto Rey, se luce como el celoso y apasionado Julián, cuya gallardía y agradable voz de barítono, le convirtieron en el acompañante ideal de lindas y canoras damas de los años 30, desde Antoñita Colomé a Estrellita Castro.

La tiple Selica Pérez Carpio, figura mítica del teatro lírico español, integrante del famoso Teatro de Apolo, cuna del género chico, aparece como la Señá Rita en la que sería su única intervención en la pantalla. El reparto se completa con la característica Dolores Cortés como la Tía Antonia, la simpática Charito Leonís como Casta y Rafael Calvo como El Tabernero. Todos ellos sensacionales.

"La verbena de la Paloma" conoció un remake en 1963 dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, que si bien realizó una obra muy personal, estuvo muy por debajo de su predecesora en cuanto a frescura, ritmo y calidad. Este título estuvo protagonizado por Concha Velasco y Vicente Parra como Susana y Julián y el célebre Miguel Ligero, que una vez más fue elegido para interpretar a su inolvidable Don Hilarión.

Una obra merecidamente reivindicada para entender la historia y evolución de nuestro Cine.

lunes, 22 de junio de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... GRACE KELLY



Antes de convertirse en princesa y gobernar como su Serenísima alteza Gracia de Mónaco en la prensa del corazón de todo el mundo, la bellísima Grace Kelly había irrumpido en el mundo del celuloide, aportando a la década de los cincuenta toneladas de elegancia y distinción cubriendo un apartado único... Pocas actrices consiguieron tanto con una carrera tan corta, ingresando en el imaginario de Hollywood y del siglo XX.

Es una de las indiscutibles Diosas del amor de la pantalla, aunque no se ganó este título de un modo carnal, ni evidente, sino más bien a través de un erotismo distante y refinado de modelo de alta costura. Además siempre sugirió un Ser pensante y a decir de sus compañeros de trabajo, una persona cordial y muy simpática.

Tubo un prometedor arranque en títulos importantes como "Sólo ante el peligro" (1952) o "Mogambo"(1953), sin embargo su imagen cinematográfica aparecía aún desdibujada y desprovista de especial interés más allá de una fotogenia evidente. Tuvo que llegar "el mago del suspense" para sacar el máximo partido de su talento y dotar a este diamante rubio de un erotismo estremecedor en su única película en 3 D "Crimen perfecto" (1954). Hitchcock fue el director que mejor supo tratar su imagen y el responsable de que en tan poco tiempo alcanzase un estatus estelar de primer orden. Sus dos siguientes títulos a sus órdenes, "La ventana indiscreta" (1954) y "Atrapa a un ladrón" (1956) le hicieron ganar la inmortalidad.

Sin embargo el prestigio dramático no llegó a través del glamour característico de sus más célebres papeles sino mediante un título realista, "La angustia de vivir". Su interpretación de la sufrida esposa de un actor alcohólico con el rostro de Bing Crosby, le valió el Oscar a la mejor actriz de 1954 arrebatándole el galardón a la mismísima Judy Garland que daba aquel año un soberbio recital en "Ha nacido una estrella".

Revalidó su clase y finura así como la adoración de público e industria con sus dos últimas películas "Alta sociedad" (1956), versión en clave musical de la magnifica "Historias de Filadelfia", y "El Cisne" (1956), título premonitorio en el que interpretaba a una princesa que se ve obligada a elegir entre el amor y el deber, aceptando su destino con la entereza de su noble estirpe.

Si su carrera hasta este punto había sido como un cuento, ella se apresuró a ponerle el final feliz enamorándose de un príncipe europeo y desposándose con él, como en cualquier opereta al uso. El cine lloró su pérdida y la pantalla quedó huérfana de uno de sus rostros más populares y personales. Aunque en su nuevo cargo las cámaras no dejaron de mostrar y perseguir cada minuto de su vida pública y privada, proyectando una imagen de mujer realizada y satisfecha, aunque al parecer como princesa de Mónaco vivió horas amagas al ver limitado su temperamento rebelde y apasionado en pos de las obligaciones de su cargo público, que le impidieron entre otras cosas volver al cine como era su deseo para interpretar una vez más a las órdenes de Hitchcock, a la cleptómana frígida de "Marnie, la ladrona" (1964), ante la imposibilidad de contar con su rubia fetiche el director británico replico su imagen en la rubia Tippi Hedren, cuyo pasado como modelo aportaba parte del estilo Grace, aunque desde una perspectiva mucho menos interesante.

Como es harto conocido, el cuento finalizó de forma dramática cuando la princesa murió en un accidente de tráfico a los 52 años. El mundo entero lloró la perdida de uno de sus iconos más célebres y el cine rescató toda la memoriabilia de una actriz que llegó a reinar en los corazones del espectador con el mismo porte y nobleza que la sostuvieron como soberana ideal de un cuento de hadas soñado a través de la imaginación popular. Aún hoy día Grace es recordada en ambas facetas con el cariño y el respeto de las grandes estrellas inmortales.

domingo, 31 de mayo de 2015

FILMOTECA CLÁSICA... ¿QUÉ FUE DE BABY JANE? (1962) ROBERT ALDRICH


Excelente filme de terror psicológico que no es sino un escalofriante retrato de la frustración y la soledad, magníficamente dirigido por Robert Aldrich y protagonizado por Bette Davis y Joan Crawford, ambas en estado de gracias y odiándose tanto entre ellas como las protagonistas de la cinta.

Cuenta la historias de dos hermanas, antiguas estrellas de cine, muñecas rotas y olvidadas por la industria. Ambas viven confinadas en un desolado caserón, en el que una de ellas inválida por un accidente de tráfico, sufre todo tipo de vejaciones por parte de la otra, aunque que las cosas no son siempre lo que parecen... En un excelente golpe de efecto al final de la película la trama da la vuelta y descubre al espectador que ni la bondad de una es tan abnegada, ni la maldad de la otra tan irracional.

Tanto Bette como Joan se llevaron a matar durante todo el rodaje, haciendo del mismo un infierno para el director y el equipo, lo que derivó en unas interpretaciones espeluznantes, aunque por las características del personaje destaque especialmente la de Bette, auténtica máscara del horror y la degradación, que le valió una nominación al Óscar a la mejor actriz del año. Cuando la prensa le preguntó a Davis por el argumento, esta en uno de sus alardes de ingenio contestó: "Es lo de siempre, Bette la loca y Joan la zorra..." En algunas escenas incluso llegaron a lesionarse físicamente. La secuencia en la que Bette maltrata a su hermana, esta dio a Joan "accidentalmente" en la cabeza, teniendo que recibir puntos de sutura. La Crawford se vengó llenando sus bolsillos de pesas para la secuencia en la que Davis tenía que arrastrarla por el piso, haciendo que el esfuerzo de la otra fuera imposible. El cine una vez más imitaba a la vida...

El director Robert Aldrich nos ofrece una película dura, adulta, muy diferente al habitual cine de Hollywood de la época, no se molesta en decorar las cosas, ni en disimular la fealdad de los personajes. En un guiño macabro colocó a dos auténticas reinas del cine clásico, en cierto modo ya casi olvidadas por las nuevas generaciones, en los papeles de dos Divas abandonadas por el sistema. Ofrece un retrato estremecedor no exento de cierta ternura, como doce años antes hiciera el maestro Billy Wilder en "El crepúsculo de los Dioses" (1950) con Gloria Swanson.

El éxito de la película propició un subgénero dentro del terror denominado "Grand Guignol", consistente en colocar viejas glorias del pasado en historias oscuras y llenas de desequilibrios mentales. La propia Bette repitió el cliché en "Canción de cuna para un cadáver" (1964), "Su propia víctima" (1964) o "A merced del odio" (1965), en los que se encasilló a si misma de tal modo que estuvo a punto de agotar su carrera.

La cinta recibió el Oscar al mejor vestuario en blanco y negro, siendo nominado a los premios correspondientes a la mejor actriz (Davis), mejor actor secundario (Victor Buono) y mejor fotografía en blanco y negro.

viernes, 29 de mayo de 2015

CON ACENTO ESPAÑOL... "CARMEN, LA DE TRIANA" ANDALUCÍA CON ACENTO ALEMÁN...


"Carmen, la de Triana" (1938) es una de las obras mejor terminadas del tandem Imperio Argentina-Florián Rey, el binomio actriz y director que dio al cine popular español sus mayores éxitos, logrando una proyección no alcanzada hasta entonces por nuestra cinematografía.

Tras el arrollador triunfo de "Morena Clara" (1936) y debido al estallido de la guerra civil española, Florián e Imperio viajan a Francia para rodar una versión musical de "La casta Susana", pero a consecuencia del conflicto bélico el proyecto se va retrasando hasta hacerse imposible de realizar. Encontrándose en París y sin trabajo, el matrimonio se traslada a La Habana donde Imperio es contratada para actuar en un teatro de la capital. Durante su estancia en Cuba reciben un telegrama desde Alemania en el que el propio Goebbels, ministro de propaganda del tercer reith, les invita a rodar una película en su país poniendo todos los medios a su servicio.

La pareja acepta el proyecto y cual es su sorpresa que a su llegada a Alemania son recibidos en audiencia privada por el propio Hitler, que se confiesa gran admirador de la artista española y hace los más encendidos elogios hacia su trabajo. Goebbels les propone realizar una versión de "Lola Montes", la amante de Luis II de Baviera, el rey loco, adaptada al clima político de la Alemania de la época, en la que la protagonista se enamoraría de un oficial de las juventudes nazis, en lugar del estudiante revolucionario del original. Ambos declinan el proyecto, alegando que solo se sienten preparados para rodar argumentos de neta raíz española. Es entonces cuando Florián propone realizar una versión de la Carmen de Prospero Merimée.

En los estudios berlineses de la UFA, el director se encuentra con todos los medios técnicos de los que carecía en España, sacan un extraordinario partido de ellos. Como ya venía demostrando en sus anteriores realizaciones, Florián poseía un pulso cinematográfico que se adaptaba de manera formidable al cine comercial, consiguiendo obras dignas en las que lo popular no estaba desprovisto de calidad. Magníficamente planificadas están las secuencias del cafetín, en las que los planos de la cantaora se intercalan con los del público, siguiendo de manera perfecta la linea dramática de la historia, o la escena de la seducción en casa de la protagonista con un juego de claro oscuros dominando una secuencia que culmina en un apasionado beso, rodado en un primer plano inolvidable, seguido de un largo fundido que nos sugiere la noche de amor vivida entre la gitana y el brigadier.

Una vez más Imperio es el alma de la película, y su esposo se encarga de levantar un monumento a su talento como actriz y cantante, en el cual brilla con luz propia. La estrella ofrece la que quizás sea su mejor interpretación en cine y una de las mejores creaciones de Carmen para la pantalla. A su lado la solidez de dos actores como Rafael Rivelles y Manuel Luna completando el triángulo amoroso en los papeles del militar y el torero.

Los números musicales de la película son una de las bazas fuertes del argumento, insertados con gran sabiduría para ayudar a avanzar la historia, aparte de permitir el lucimiento de la protagonista, a excepción de la plegaría que Carmen canta ante el féretro del torero que desinfla el dramatismo obtenido a través de unos efectos visuales de indudable belleza. Aún así números como "Los piconeros", "Antonio Vargas Heredia", "Carceleras del puerto" o "Triana" permanecen frescos e inmortales en la memoria de todo aficionado a la copla y al exquisito gusto de Imperio Argentina como cantante.

Paralelamente a la versión española, se rodó otra alemana titulada "Andalusische Nachte" (Noches andaluzas), con idéntica planificación a la de Florián y protagonizada igualmente por Imperio en el que la actriz actuaba y cantaba en lengua germana, junto a actores de esta nacionalidad. Para ello hubo de pasar tres meses con una profesora nativa aprendiendo y perfeccionando el idioma. El talento de la estrella le permitió salir airosa de tan dura prueba. Hoy en día tanto esta versión como las canciones grabadas en alemán, son algunas de las piezas preferidas por los coleccionistas de rarezas.

La película obtuvo en un enorme éxito, sin embargo la participación en este proyecto le produjo no pocos disgustos a la estrella en el futuro, ya que terminada la segunda guerra mundial fue acusada por los sectores progresistas de ser la amante de Hitler e incluso de procesar los ideales nazis. Imperio siempre se defendió de estas acusaciones alegando que ella era una artista y se limitó a trabajar allí donde la contrataron de forma ventajosa, como muchos otros actores exiliados de nuestro país durante la contienda civil.

Una dignísima cinta, imprescindible para conocer y entender la historia de nuestro cine y apreciar el trabajo de algunos de sus pioneros.

jueves, 28 de mayo de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... ERROL FLYNN


Él es el aventurero por antonomasia... Ningún otro actor ha representado con igual fortuna este cliché hasta hacerlo permanecer en el tiempo asociado a su figura. Llegó al mundo del cine con su incandescente dinamismo, sensacional apostura y perfecta sonrisa enmarcada en un perfilado bigotillo y borró con cuatro mandobles el recuerdo de sus precedentes en el mudo, comenzando por la estrella por antonomasia del género Douglas Fairbanks, e imponiendo su trono a perpetuidad. Nadie después de él supo llenar bosques, océanos, ríos y praderas con tanta autoridad.

Antes de dedicarse a la interpretación practicó los más diversos oficios en su Australia natal. Parece ser que el fuego de la aventura corria por sus venas, haciendo gala de una energía incombustible que le llevó a probar suerte como boxeador, minero, marinero, periodista o pescador. Finalmente se decidió a estudiar arte dramático, iniciando una breve carrera como actor teatral, pero su evidente atractivo y envergadura física le abrieron tempranamente las puertas del Cine.

A pesar de no ser un actor académico fue capaz inyectar a sus interpretaciones de una vitalidad que le hizo ser extremadamente eficaz, no solo en terreno de la aventura, donde como ya se ha dicho reinó por derecho propio, sino en alguna comedia menor y algún drama de cierto empaque.

Sin embargo su recuerdo permanecerá eternamente asociado al ciclo de aventuras de la Warner dirigidas en su mayoría por el húngaro Michael Curtiz, junto a una damita de excepción en sus brazos, la dulce y magnifica Olivia de Havilland antes de dar el salto a gran dama de la pantalla con sus melodramas de altos vuelos. La saga empezó con una maravillosa cinta de piratas "El Capitán Blood" (1935) que supuso la revelación de ambos como pareja ideal y culminó con el brillante western "Murieron con las botas puestas" (1941), en el ínterin toda una serie de títulos inolvidables.. "La carga de la brigada ligera" , "Dodge, ciudad sin ley", "La vida privada de Elizabeth y Essex", "Camino de Santa Fe" y muy especialmente la obra maestra de todo el ciclo,"Robin de los Bosques" (1938), título imprescindible a la hora de abordar el género y personaje asociado permanentemente a su memoria. De la veintena de Robin Hood que han adornado la pantalla, ninguno tan real, tan irresistiblemente simpático, tan extraordinariamente entretenido como el de Errol. Él es sin lugar a dudas la auténtica encarnación de Robin de los Bosques.

Sin su encantadora compañera siguió cosechando éxitos en películas como "El príncipe y el mendigo", "El halcón del mar", "Oro, amor y sangre", "San Antonio" o "El burlador de Castilla".

Aunque durante la segunda guerra mundial protagonizó varios filmes de propaganda bélica, algunos de ellos como "Objetivo Birmania" muy populares, al finalizar la contienda sobrevino su declive profesional, debido principalmente al carácter juerguista y vividor del actor, unido a su adicción al alcohol y todo tipo de sustancias que comenzaron a pasar factura de forma alarmante, presentando un galán prematuramente envejecido, de rostro endurecido, en el que era difícil reconocer la frescura y gallardía de sus interpretaciones de antaño. Aún así amparándose en su antigua fama, la industria le siguió eligiendo como la encarnación de héroes famosos en títulos como "El señor de Ballantry", "Kim de la India", "La taberna de Nueva Orleans" o "La isla de los corsarios", donde la estrella salió airoso amparándose en lo que conservaba de su apostura y carisma personal.

Los últimos años de su vida trajeron la imagen de un hombre alcoholizado y decadente, con una leyenda de crápula a sus espaldas que él mismo se encargó de alimentar en su autobiografía "Aventuras de un vividor". Reconocido gran amante, sus escarcéos amorosos fueron piedra de escándalo en la época, se le llegó a juzgar por violación a una menor, aunque finalmente salió libre de cargos. Su reconocida adicción al sexo le llevó a explorar la bisexualidad con algunos de sus compañeros, se dice que entre sus amantes masculinos se encontraban los nombres de Tyrone Power o Truman Capote, incluso se cuenta que David Niven, compañero de piso de la estrella durante su etapa de esplendor en la Warner, le rechazó ganándose su enemistad de por vida.

Falleció víctima de sus excesos con tan solo cincuenta años de edad. Aunque más allá de la imagen de icono sexual que derrochaba su vitalidad a manos llenas en orgías de drogas y alcohol, durante las fiestas privadas de aquel Hollywood prohibido, permanece la leyenda de aquel encantador héroe romántico que iluminaba la pantalla con su sonrisa, derrotando a los más crueles villanos espada en mano para obtener el amor de cierta bella dama prisionera en las almenas de un castillo medieval, influyendo en los sueños adolescentes de generaciones de escolares que ansiaban replicar sus hazañas sin cuento culminadas con un inevitable... "Y vivieron felices para siempre".

lunes, 18 de mayo de 2015

FILMOTECA CLÁSICA... "REBECA" (1940) ALFRED HITCHCOCK


"Anoche soñé que volvía a Manderley"... Es la frase que acompaña uno de los inicios más famosos de la historia del Cine. Basado en la novela de escritora inglesa Daphne du Maurier, fue el primer título rodado en EEUU  por el "mago del suspense" y aunque no sea una de sus títulos más celebrados, constituye uno de los mejores melodramas de misterio jamás realizados, obra cumbre en su género.

Producida por David O´Selnick, el omnipresente productor independiente más famoso de aquellos años, que como de costumbre se inmiscuyó en la producción de manera insoportable, haciendo del rodaje un auténtico infierno para el director, hasta el punto de que este casi llegó a renegar del resultado final. Selnick se embarcó en el proyecto inmediatamente después del clamoroso éxito obtenido con "Lo que el viento se llevó", intentando gobernar aquel barco como lo había hecho con su anterior título, pero un autor tan personal como Hitchcock nunca llevó bien la política intervencionista de los estudios de Hollywood sobre sus obras, ya que sentía limitado su talento y desbordada imaginación en favor de los resultados en taquilla, imponiéndole cambios importantes en los argumentos y finales felices. Como ejemplo en el filme que nos ocupa Rebeca muere de forma absurda al desmayarse sobre unos aparejos de pesca, en lugar de asesinada por su marido como en la novela. Selnick decidió que el público no perdonaría a Maximilam De Winter, interpretado por Laurence Olivier, este crimen a pesar de que la perversidad de su esposa lo justificase, haciendo así al personaje un mártir de los manejos de la malvada Rebeca. La aterradora atmósfera que trae presente de manera continúa y obsesiva este personaje a pesar de que ya esta muerta al comenzar la película y jamas aparezca en ninguna secuencia, es uno de los mayores logros del director inglés en esta cinta. Rebeca es el fantasma en la sombra que mueve el hilo argumental y las emociones de todos los personajes de la historia.

Se inicio un famoso casting para elegir a la "Segunda señora de Winter", casi tan célebre como el de "Lo que el viento se llevó" que incluía algunas de las más célebres estrellas del momento, entre ellas una Vivien Leigh cuyo personalísimo triunfo como Scarlett O´Hara la situaba en un lugar de privilegio en la industria, pero parece ser que una actriz tan temperamental e intensa como Vivien no encajó en absoluto dentro del carácter tímido y reservado de la protagonista. Precisamente estas cualidades fueron las que decantaron la balanza en favor de una principiante Joan Fontaine, ya que Hitchcock vio en ella un candor e inexperiencia frente a las cámaras que venían como anillo al dedo al personaje, convirtiéndose en una de la primeras rubias de hielo fetiche del director, aunque en este caso el gélido erotismo de sus heroínas más famosas, fuese sustituido por la romántica torpeza sexual que Joan transmite durante todo el metraje. Sin embargo Laurence Olivier, protagonista masculino de la cinta, se tomó bastante mal esta elección, ya que Vivian y él eran amantes en aquel momento y quería imponer a su pareja a toda costa, tratando de forma despectiva a Fontaine durante todo el rodaje, lo que hacía que esta se sintiese tremendamente insegura de su actuación. El director alimentó esta circunstancia pensando que esto favorecía la interpretación acentuando la personalidad retraída del personaje. No anduvo muy desencaminado ya que el resultado final fue tan formidable que Joan Fontaine fue nominada para el Óscar a la mejor actriz de 1940, en una año de reñida competencia en esta categoría.

No obstante quién se llevó "el gato al agua" fue la soberbia secundaria Judith Anderson con su estremecedora interpretación de la Señora Danvers, ama de llaves de la mansión, obsesionada hasta la locura con su anterior Ama. Las insinuaciones de lesbianismo de Danvers hacia Rebeca en la escena en que enseña el maosuleo levantado en su memoria a una estremecida Joan Fontaine, acariciando la ropa interior de la difunta y explicándole como le preparaba el baño y la peinaba, son una de las jugadas maestras del director a la censura de la época y argumentan de forma magistral el odio exacerbado del ama de llaves hacia la nueva esposa. En adelante Judith Anderson quedaría por siempre asociada a este personaje, aterrador cuervo vestido de negro que planea sobre el caserón bloqueando la felicidad del matrimonio. El hecho de que la actriz no se alzase con la estatuilla a la mejor secundaria del año, a pesar de haber sido nominada, fue una de la injusticias más flagrantes de la historia de los premios Oscar.

"Rebeca" se convirtió en un formidable éxito desde su estreno, convirtiéndose en uno de los clásicos imprescindibles de la época dorada. En España su popularidad fue tan grande que las típicas chaquetas inglesas que Joan Fontaine lucía en la película, empezaron a conocerse y comercializarse con el nombre de "rebecas" nombre que permanece aún en nuestros días asociado a las mismas, e incluso es recogido por la Real Academia como acepción para nombrar a esta prenda.

Ganó los Oscars correspondientes a la "Mejor película" y "Mejor fotografía en blanco y negro", aunque obtuvo otras nueve candidaturas al "Mejor director", "Mejor actriz protagonista", "Mejor actor protagonista", "Mejor actriz secundaria", "Mejor guión adaptado", "Mejor banda sonora", "Mejor dirección artística", "Mejor montaje" y "Mejores efectos visuales", convirtiéndose en una de las películas más importantes del año, abriéndo a Hitchcock las puertas doradas de Hollywood donde desarrollaría en adelante la mayor parte de su carrera.

Imprescindible para entender la trayectoria del genio inglés y pieza fundamental en la filmoteca de los clásicos inmortales. Toda una obra maestra.

sábado, 16 de mayo de 2015

CON ACENTO ESPAÑOL... 20 AÑOS SIN "LA ZARZAMORA"

Tal día como hoy se cumple el 20 Aniversario del fallecimiento de una de las artistas más grandes que el espectáculo ha dado. El escenario era su hábitat natural, nadie como ella fue capaz de llenarlo con sus contagiosas bulerías, magníficas zambras, divertidos tanguillos y descarnados recitativos... Respiraba arte por los poros convirtiendo en verdad todo cuando hacía, entregándose por completo en cada actuación, dándose al público por entero... Su arte era tan estremecedor que no dejaba indiferente ni a sus más acérrimos detractores... Solo los genios irrepetibles como ella pueden dejar el mundo del espectáculo tan huérfano al partir y hacer que aún hoy se la siga recordando con tanta vida como ella ponía en su trabajo... Vaya este video compendio de su trayectoria artística al compás de su canción bandera, como postrer homenaje a la "reina del temperamento"...