miércoles, 22 de abril de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... JEANETTE MACDONALD


Aunque hoy en día se la vea principalmente como una figura kitsch, en su época de gloria fue una de las estrellas más importantes del firmamento de la Metro Goldwyn Mayer. Se la llamó "La reina de la Opereta" y como tal ocupo un lugar único en la historia del cine. Ella fue la primera en representar con fortuna un género, que entronca directamente con la tradición musical americana con raíces en la opereta centro europea, convirtiéndose en icono a seguir por todas las cantantes líricas que intentaron una carrera en la pantalla. Todas las jóvenes sopranos que llegaron después de ella, desde Jane Powell a Kathryn Grayson, responden a la necesidad de repetir su impacto y continuar una tradición que el musical americano nunca abandonó completamente, en un afán de acercar la música culta al gran público desde una perspectiva popular, rodando refritos de arias y canciones famosas. Algo similar a lo que ocurriría con sus equivalentes masculinos, el tenor Mario Lanza o el estupendo Howard Kell entre otros.

Su nombre irá por siempre asociado al del baritono Nelson Eddy, su principal compañero de trinos. El público los adoraba.. Se encontraron por primera vez en "Marieta, la traviesa" (1935), iniciando una colaboración que se extendió a lo largo de ocho filmes algunos como "Rose Marie" o "Luna llena" absolutamente deliciosos, otros como "Primavera", "La ciudad del oro" o "Enamorados" de inevitable encanto trasnochado. En estos filmes la pareja popularizó un repertorio de melodías inolvidables que pertenecen al folklore popular de América y continuaron escuchándose en otros espectáculos musicales a lo largo de las siguientes décadas. El dúo lleno los cines y las arcas de la Metro durante años hasta que la segunda guerra mundial arrasó con su principal mercado y acabo con la tierna inocencia de sus historias. El público comenzó a buscar un tipo de cine más realista y cercano, en el que las decimonónicas historias de la pareja no tenían cabida.

Sin embargo antes del encuentro con Nelson, la actriz llevaba ya una extensa carrera a sus espaldas. Su fracaso en los escenarios de Ópera, ambición que perseguía desde sus inicios, la empujó a las varietés y al cine, donde disfrutó de una primera etapa en la Paramount protagonizando junto a Maurice Chevalier una serie de operetas y comedias musicales maravillosas a las órdenes del maestro Lubitsch que hicieron de ella una excelente comedienne. En ellos entre dosis de mermelada y candorosa picardía sirvieron algunos de los mejores musicales de los primeros años 30, cuando el cine comenzaba a hablar, los más famosos "El desfile del amor" y "Ámame esta noche" este último dirigido Rouben Mamoulian. En la Metro protagonizaron su título más conocido, la primera versión sonora de "La viuda alegre", donde estuvieron sencillamente magistrales.

La crítica de Hollywood la definió con el sobrenombre de "la mariposa de hierro", en alusión a su frágil imagen pero tenaz voluntad. Un carácter firme y decidido que la llevó a comprar los derechos de "San Francisco" para luego venderlos a la Metro a cambio de ser la protagonista juntos dos de las mayores estrellas del estudio, Clark Gable y Spencer Tracy, consiguiendo de este modo un impulso fabuloso en su carrera. Seguramente este sea hoy día su título más recordado, gracias a su importancia en la historia del Cine, pero no podemos olvidar que su risueña figura, sus ojos azules y sobre todo su magnífica voz llenaron la pantalla en un candoroso sueño mecido al compás inolvidable de un candencioso romance musical.

domingo, 19 de abril de 2015

HISTORIAS DE CINE... ESPAÑOLES EN HOLLYWOOD, PIONEROS OLVIDADOS...

Desde el nacimiento de su industria como tal, Hollywood siempre ha sentido una inclinación especial por el temperamento y personalidad latinos, importando de forma regular actrices y actores tanto de la vecina Sudamérica como españoles. Son muchas las figuras que desde la etapa silente fueron llamados a los estudios americanos para participar tanto de forma esporádica como continuada en la producción de películas. Si bien es cierto que por su físico racial o su acento característico, el destino de casi todos ellos fue interpretar de forma invariable personajes de indios, esquimales, tahitianos, piratas, inmigrantes, árabes teñidos o asiáticos maquillados. Así es como la maquinaria de Hollywood y el público americano entendía a sus incorporaciones "exóticas" traídas allende sus fronteras...

Aparte de la nómina de actrices y actores, principalmente mexicanos, que engalanaron la producción de aquellos años y a la que dedicaré otra entrada en exclusiva, varios fueron los talentos de nuestro país que en algún momento fueron llamados a la soleada California, mucho antes de que Antonio Banderas, Penélope Cruz o Javier Bardem, asaltasen la ciudad del Cine para conquistarla... He aquí algunos de ellos como merecido homenaje a aquellas figuras olvidadas que sentaron los cimientos de la leyenda española en la "Meca del Cine".

Uno de los primeros fue el apuesto madrileño Antonio Moreno, que durante los años mudos se convirtió nada más y nada menos que en galán de Greta Garbo en "La tierra de todos", de la Diva Gloria Swanson "My american wife" y de la flapper Clara Bow en "It" donde también aparecía un principiante llamado Gary Cooper. A su regreso a España durante los años 30 protagonizó la primera versión de "Maria de la O" dirigida por Francisco Elías en 1936 con Carmen Amaya y Pastora Imperio. También ejerció como director en México.



La donostiarra Conchita Montenegro, actriz de físico decididamente moderno y singular talento, fue otra de las primeras en ser llamada por los estudios americanos. La primera mujer española que triunfó de manera importante en el cine de Hollywood. El sonoro comenzaba a despuntar y Conchita es contratada por la Metro para realizar las versiones en español de éxitos americanos, ya que por aquel entonces no existía el doblaje y la industria no quería perder el amplio mercado de habla hispana, aunque pronto empieza a participar también en películas de habla inglesa. En el estudio del león rueda entre otras "Sevilla de mis amores" junto a Ramón Novarro, el sucesor de Rodolfo Valentino, "The Twain Shall Meet" junto a Leslie Howard o "Strangers May Kiss" con la reina del estudio por aquellos años Norma Shearer. Estuvo a punto incluso de trabajar al lado de "El Rey" Gable.

Tras la ruptura de su contrato con la Metro, siguió rodando películas tanto en español como en inglés para la Fox durante los años 30. Su facilidad de idiomas, dominaba también con soltura el francés, le permitió labrarse una carrera tanto en Francia como en Italia hasta finales de la década. Tras la guerra civil regresa a España, donde su físico y personalidad cosmopolitas no terminan de encajar dentro de la trillada producción nacional, aunque rueda algunos títulos interesantes como "Idolos" a las órdenes de Florian Rey o "Lola Montes" con Antonio Román, película que puso fin a su carrera cinematográfica. Aunque hoy sea una figura prácticamente olvidada, su nombre brilló muy alto en una época difícil para el triunfo de una española fuera de nuestras fronteras.



Son dos de los casos más populares que merecen ser rescatados del olvido, por su importancia y continuidad, pero hubo muchos otros que especialmente durante los primeros años 30 del siglo XX participaron de forma esporádica en la producción de títulos americanos para el mercado español. Julio Peña, Rosita Díaz Jimeno, Mª Fernanda Ladrón de Guevara, Catalina Barcená, Rafael Rivelles... Todos ellos excelentes actores y actrices que tuvieron una carrera importante en nuestro país.

Durante los años 40 el éxito obtenido por la pareja Amparo Rivelles/ Rafael Durán en títulos como "El clavo" o "Eloísa está debajo de un almendro", hizo que una vez más los estudios americanos se volvieran a interesar por la captación de talentos españoles, aunque en este caso ambos artistas no quisieran arriesgar su meteórica carrera en España por la aventura americana. Lo mismo ocurrió en los 60 con la dinámica Marisol, pero su productor Joaquín Goyanes se negó a perder su mejor inversión vendiendo su contrato a los estadounidenses.

Por no hablar de ejemplos famosos como el del catalán Xavier Cugat o el valenciano José Iturbi, que participaron de algunos de los momentos más famosos del musical marca Metro... Dejando aparte los nombre de directores, técnicos, libretistas que en algún momento participaron del sueño americano... Pero eso es otra historia..

miércoles, 8 de abril de 2015

CINE EN LA RETINA... LA PRIMERA NOCHE DE AMOR DE LA REINA CRISTINA DE SUECIA

Solo los grandes realizadores como Rouben Mamoulian son capaces de recrear una escena de amor con tanta sencillez como eficacia... Solo animales de la pantalla como "La Divina" son capaces de transmitir tanta sensibilidad y sensualidad con tan poco, como en esta escena de "La reina Cristina de Suecia" (1933), en la que Garbo recorre con su mirada la habitación donde ha vivido su primera noche de amor con el embajador español interpretado por John Gilbert. La actriz acaricia con su manos cada objeto, impregna su mirada de cada espacio desde la chimenea al lecho donde su rostro nos muestra la pasión vivida hace unos instantes. El director le regala unos planos inolvidables haciendo que la imagen describa el momento adquiriendo todo el protagonismo sin necesidad de palabras, es el triunfo del Cine en estado puro... Garbo se recrea en la interpretación, segura de sus recursos adquiridos en la etapa silente, haciendo que permanezcamos atentos a cada uno de sus gestos mientras la cámara la sigue buscando sus reacciones, enmarcando su bello rostro que de forma fascinante y contenida va reflejando cada sensación, cada sentimiento, situándonos de un modo mágico dentro de la historia, mientras su amante la sigue divertido con la mirada. Cuando este le pregunta sorprendido "¿Qué estás haciendo? Ella contesta: "Quiero grabar en mi memoria esta habitación. En el futuro, en mi pensamiento reviviré con intensidad estas horas"...

¿Quién no ha deseado en algún momento experimentar algo así? Mamoulian y Garbo nos regalan uno de los momentos cumbres del romanticismo cinematográfico en esta película, generando una atmósfera que justifica por si sola la magia del Cine como transmisor de emociones tan reales como eternas. La magnifica banda sonora de Herbert Stothart acentúa el carácter emotivo del momento.