domingo, 15 de noviembre de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... GENE TIERNEY


Es uno de los rostros más fascinantes que jamás iluminó la pantalla, un nombre indispensable en la galería de "Diosas del Amor" de la Edad Dorada y una de sus actrices más personales... Tiene además una impresionante filmografía a sus espaldas, especialmente los títulos que rodó durante los años cuarenta, su época de mayor gloria, pocas estrellas pueden presumir de contar con tantas obras maestras y filmes de calidad en su trayectoria. Sin duda alguna su carrera se benefició de participar del período más frutífico de la Fox, productora que la tenía bajo contrato, en lo que se conoce como "El período del director" y que reunió bajo este emblema a genios de la talla de Otto Preminger, Ernst Lubistch, Joseph L. Mankiewicz o John M.Stahl. Su magnifica fotogenia sirvió por igual a los propósitos del Cine Negro que del melodrama clásico y moderno. Si bien rodó algunos títulos en Technicolor, el aficionado al cine siempre preferirá su bello rostro enmarcado en la bruma hechicera del blanco y negro, en la que su imagen trascendía la pantalla de forma etérea e irreal.


Como tantas otras inició su carrera en los escenarios de Broadway donde fue descubierta por los cazatalentos de Hollywood, obteniendo papeles protagonistas desde el inicio de su carrera. El maestro Ford le ofrece su primera oportunidad importante al interpretar a la seductora granjera de "La ruta del tabaco" (1941), encarnando a continuación a la temperamental "Belle Star" (1941) y a una bellísima polinesia en el filme de aventuras "El hijo de la furia" (1942) junto al lindo Tyrone Power, estrella máxima de la productora. Participa en uno de los títulos malditos de Josef Von Sternberg, descubridor de Marlene Dietrich, la éxotica "El embrujo de Shanghai" (1941) y alcanza la inmortalidad protagonizando una de las obras inmortales de la época, la magnífica "Laura" (1944) de Otto Preminger.



El papel en "Laura" queda asociado a Gene del mismo modo que "Gilda" (1945) a Rita Hayworth, y al igual que esta la fascinación que despierta, la mezcla de misterio y magia derivado de la personalidad de la protagonista es irresistible. Alcanzada la consagración con la ambigüedad típica de las devoradoras del Cine Negro, refuerza su mitomanía interpretando a dos de las arpías más perversas de la historia. La patológica Ellen de "Que el cielo la juzgue" (1945), que entre otras villanías dejaba morir ahogado en un lago al hermano paralítico de su esposo y se tiraba por unas escaleras para abortar del vástago que esperan, y la egoísta Isabel de "El filo de la navaja" (1946), niña mimada acostumbrada a lograr su capricho a cualquier precio. Lejos de generar rechazo con dos papeles tan desagradables, la adoración de público e industria fue en aumento.



Ninguno de sus siguientes títulos estuvo a la altura de los anteriores, si bien participo del universo creativo de Josep L. Mankiewicz, en dos excelentes obras a revalorar. La fantasía gótica "El castillo de Dragonwyck" (1946) y la romántica e irreal "El fantasma y la Sra. Muir" (1947), uno de mis títulos favoritos, dicho sea de paso.

Los años cincuenta pasaron factura al bello rostro de Gene Tierney que se endureció envejeciendo antes de tiempo, esto unido al escaso interés de los títulos filmados en aquellos años hizo que su carrera de acortase de forma prematura, si bien rodó algún filme en el que aún conservaba parte de su atractivo personal como "No me abandones" (1953) junto a Clark Gable, donde era una bailarina atrapada tras el telón de acero a quien Gable lucha por rescatar, o la mediocre pero espectacular adaptación de la obra de Mika Waltari "Sinuhe, el egipcio" (1953) donde interpretaba a la despiadada princesa Baketamón. "La mano izquierda de Dios" (1955) junto a Humphrey Bogart fue su último título como protagonista.



Siguiendo la leyenda negra de otras tentadoras famosas del Cine, su vida personal empezó a sufrir una serie de altibajos que la hicieron caer en picado... Divorcios, desengaños, abortos, condujeron su vida a una serie de desequilibrios e ingresos en clínicas psiquiátricas para tratar su depresión. Ante tal situación la industria dio la espalda a la otrora famosa estrella, que al parecer nunca recuperó del todo el equilibrio personal. Solo regresó a la pantalla en papeles episódicos durante los años sesenta. Su matrimonio con el millonario W.Howard Lee, puso punto final a su carrera, en adelante pondría su nombre al servicio de distintas instituciones benéficas, viviendo felizmente retirada hasta su fallecimiento en 1991 con setenta años de edad.


Fue nominada para el Oscar a la mejor actriz en una única ocasión por "Que el cielo la juzgue" pero la dorada estatuilla fue a las manos de Joan Crawford por su papel de madre sufridora en "Alma en suplicio". No obstante ningún galardón puede remplazar a su fascinadora presencia, a su rostro mágico dando vida a la pantalla con la fuerza arrolladora de los astros eternos e incandescentes.