jueves, 27 de octubre de 2016

FILMOTECA CLÁSICA... "LA CARTA" (1940) WILLIAM WYLER


Aunque es difícil elegir un título en la filmografía de una de las grandes actrices de la historia, creo mi Bette favorita es la de "Jezabel" (1938). Esa Julie malcriada, egoísta e incluso cruel, acostumbrada a hacer su santa voluntad y redimida por el sacrificio de acompañar al hombre amado a una leprosería, se encuentra en un lugar muy alto en mi memoria cinéfila. Sin embargo he de reconocer que esta Leslie de “La carta” es posiblemente junto a la Eva de “Eva al desnudo” (1950) una de las interpretaciones mejor construidas de toda su trayectoria. Bette es el alma de la película, en un argumento creado en torno a su personaje donde ella reina sin competencia posible, aunque todo el filme de principio a fin está tan bien construido que encaja con la precisión de un engranaje servido a la medida del mejor melodrama clásico.


En este caso la maldad de Bette no alcanza redención posible… Asesina, miente y destruye la vida de cuantos le rodean en nombre de un amor egoísta incapaz de soportar el rechazo, ni superar los convencionalismos sociales. La cantidad de matices que Bette aporta a su personaje en la cinta es magnífica, ofreciendo un soberbio recital que es fantásticamente retratado por el director William Wyler, amante por aquel entonces de la estrella.


La fotografía de la película es impecable, realzando la sensualidad e intensidad de la historia cuando se precisa, especialmente en las escenas finales con esa luna omnipresente poniendo tintes dramáticos al desenlace, haciendo protagonista de la situación al paisaje, presentimiento fatal, que nos alerta de lo que está a punto de ocurrir como culmen de la historia, dando cuenta sin duda de la sabiduría cinematográfica de Wyler, un auténtico genio que se movía como pez en el agua en este tipo de argumentos servidos a la medida de su estrella favorita, pero que conseguía sublimarlos, formando un binomio magnífico que servia al acabado perfecto de la obra. De hecho las películas en las que Bette se dedica a ser "la mala" sin más, en un argumento que resalta los aspectos de su villanía sin un director como Wyler que sublime el resultado, la obra se resiente considerablemente a pesar del talento indiscutible de la actriz.


Acompañando a la estrella algunos de los mejores actores de la escudería Warner, nombres habituales en los vehículos de Davis. Herbert Mashall como el anodino esposo engañado que no se entera de nada de lo que acontece a su alrededor, James Stephenson como el abogado amigo de la familia que se ve obligado a defender los manejos de la arpía protagonista y Gale Sondergaard como la exótica malasia, mano ejecutora de la venganza que se anuncia desde su primera aparición aún sin pronunciar palabra alguna al respecto.


Al igual que “La Loba” (1940) el guión original se inspira en una obra de teatro, en este caso de W. Somerset Maugham, autor entre otras de “Servidumbre humana” o “El filo de la navaja”,  estrenada a finales de los años 20 con notable éxito con Gladys Cooper como protagonista. En 1938 fue interpretada en el Radioteatro Lux por Merle Oberon y Walter Huston, pero sin duda alguna debe su fama internacional a esta adaptación para el cine por Wyler con Bette Davis como protagonista en el mayor momento de popularidad y prestigio. Bette había creado un estilo de interpretación sumamente personal, que hacia las delicias de crítica y público y le habían llevado a un puesto de ventaja dentro de la Warner Brothers productora que la tenía bajo contrato, convirtiéndose en la reina absoluta del estudio, con decisión para elegir argumentos, directores y compañeros de reparto, papel que ella deseó en aquellos años no fue a parar a manos de ninguna otra actriz. Sin duda alguna parte de ese éxito se debía al carácter de la estrella que volcaba todo su talento y esfuerzo en cada personaje, lo que le llevó en ocasiones a tener fuertes discusiones con los directores sobre la construcción dramática de los mismos y encontronazos con la productora ante la negativa a interpretar papeles que ella consideraba no estuvieran a la altura de su personalidad o estatura como actriz, convirtiéndose en una de las grandes rebeldes de Hollywood, que llegó a pleitear contra los estudios Warner en su lucha por obtener mejores oportunidades.


En "La carta" tanto ella como Wyler dan buena cuenta de una forma de hacer cine, que quedó para siempre enterrada entre los fotogramas del celuloide clásico y que sin embargo sigue funcionando como algo perfecto a cada revisión, manteniendo al espectador fijo en la historia y cuanto en ella acontece hasta el final. La película fue nominada en siete categorías distintas (película, actriz, director, fotografía, montaje, actor de reparto y música) aunque no obtuvo ningún galardón, si bien es cierto que aquel año la competencia era brutal. El filme tuvo que lidiar con títulos inmortales como "Historias de Filadelfia", "El ladrón de Bagdad", "Pinocho", "Las uvas de la ira", "El gran dictador" o "Rebeca" que se alzaría con el galardón a la mejor película de 1940.


Independientemente de los premios otorgados el filme obtuvo un enorme éxito y se convirtió casi de inmediato en unos de los clásicos inmortales de director y actriz, pasando, entre otras cosas, a la historia por la célebre frase "Todavía amo con todo mi corazón al hombre a quién he matado", usada acertadamente en la promoción de la película.

martes, 30 de agosto de 2016

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... HEDY LAMARR, LA TENTACIÓN Y EL ÉXTASIS...



Aunque nunca llegó a destacar por sus cualidades interpretativas fue sin duda uno de los rostros más perfectos que jamás se asomó a la pantalla. Reina del glamour, creadora de un estilo personalísimo y poseedora de una vida intensa y apasionante. Su carrera arrancó con la aureola del escándalo haciéndose famosa por ser la primera actriz que apareció completamente desnuda en el filme checo “Extasis” (1933), en la que además simulaba un orgasmo en una de las escenas de la película, contando tan solo con 19 años, dando ya cuenta de su carácter moderno y transgresor.


A pesar de su imagen de muñeca plastificada parece ser que tenía una inteligencia fuera de lo común, lo que la llevó a estudiar ingeniería técnica con tan solo 16 años, llegando a ser coinventora de la primera versión de “espectro ensanchado” junto al compositor George Antheil, que mejorada en la época digital daría lugar a la tecnología Wifi. Teniendo una gran actividad en este sentido durante los años de la segunda guerra mundial a favor de la causa aliada.


El escándalo despertado con su intervención en “Extasis” hizo que el magnate armamentístico de origen judío Friedrich Mandl, colaborador del régimen nazi, se fijase en ella concertando un matrimonio de conveniencia con los padres de la artista, del que ella salió huyendo años más tarde a París, para posteriormente embarcarse a Londres y de allí a EEUU, donde el todopoderoso Louis B. Mayer, jefe de la Metro, la convirtió en una de las predilectas del estudio, protegida personal suya, reactivando una carrera que a partir de entonces permaneció asociada al cine americano hasta su declive y retirada.


A pesar de haber cursado estudios de arte dramático en su juventud con el director alemán Max Reinhardt, su carrera no se edificaría precisamente sobre su talento interpretativo, fue su atractivo físico el que cimentó una filmografía completamente al servicio de su soberana belleza, protagonizando una treintena de filmes en los que llenaba la pantalla con su imagen cautivadora, sin enterarnos en ningún momento si además sabía interpretar… Tampoco importaba… Su rostro hierático, impasible, incapaz de transmitir emoción alguna, era la imagen proyectada de una Diosa que había bajado del Olimpo a la pantalla para cautivar con su mirada a los mortales que acudían a contemplar sus romances junto a los galanes de moda, destinados a ser esclavos de la fascinación despertada por la Dama.



La Metro, experta a la hora de fabricar estrellas, supo elegir los vehículos donde Hedy pudiera lucirse, impecablemente vestida y convenientemente iluminada, en una atmósfera romántica e irreal de ambientes exóticos, en algunas ocasiones como el de "White Cargo" (1942) decididamente absurdos. De esta guisa apareció en títulos como “Argel” (1939), “La Dama de los trópicos” (1939), “Esta mujer es mía” (1940) o “Las chicas de Ziegfield” (1941). Hubo algún intento de explorar otros registros como en la comedia “Camarada X” (1940) junto al “Rey” Gable, donde se intentaba parangonar con la mismísima Greta Garbo, emulando el éxito personal de “La Divina” en “Ninotchka” (1939) o en el melodrama costumbrista “Cenizas de amor” (1941) donde por fin y casi por única vez dejó atisbar su talento como actriz a las órdenes del gran King Vidor.


La segunda mitad de los años cuarenta transcurrió entre vehículos a su servicio sin nada destacable más allá de su hermosa presencia y el oropel del que los estudios sabían rodear este tipo de producciones, dejando escapar dos de las mejores oportunidades de su carrera al rechazar las protagonistas de “Casablanca” (1943) y “Luz de gas” (1944) que hicieron la fortuna de Ingrid Bergman consagrándola como estrella de cine y una de las favoritas del público de la época.


A finales de la década logró apuntarse un triunfo personalísimo cuando Cecil B. de Mille uno de los erotómanos más consumados de la historia del Cine, la eligió para representar a una de las tentadoras bíblicas más famosas en “Sansón y Dalila” (1949) junto al fornido Víctor Mature. Tras este enorme éxito de público que resucitó las películas de temática pseudo religiosa, abriendo un ciclo que se haría inmensamente popular durante los años cincuenta, su carrera fue en franca decadencia, protagonizando películas de bajo presupuesto y escaso interés que precipitaron una pronta retirada de la pantalla. Su rostro además se había endurecido, envejeciendo prematuramente, lo que hizo sin dudas que los productores perdieran interés en ella, al verse dañado parte de su principal atractivo ante el público.


Su situación financiera se vio bastante resentida durante aquellos años ociosos, siendo subastados todos sus bienes, incluida una copiosa colección de arte que la actriz había ido compilando en sus años de gloria. Al igual que en sus inicios su vida terminó rodeada de anécdotas escandalosas y sensacionalistas. Fue acusada de cleptómana por robar en un supermercado y posteriormente la publicación de su autobiografía “Ecstasy and me”, donde reflejaba un detallado catálogo de amantes y una azarosa vida sexual, despertó los comentarios más escabrosos. Aunque Hedy demandó a la Editorial aludiendo que habían alterado sus Memorias con el fin de obtener un éxito de ventas la polémica alrededor de su figura estaba servida.


Como tantas otras “Diosas” se llevó la verdad consigo, dejando una estela de leyenda a su paso que mantiene viva su memoria de mujer única, inconformista, vividora y abuela de un invento tecnológico por el que finalmente logró más reconocimiento que en ninguna de sus películas, dando cuenta de una personalidad tan fascinante como esa belleza insultante, irreal, que la convirtió en una postal fija y eterna en la retina del espectador clásico…

Divina Hedy, genial Hedwig Eva Maria Kiesler...

miércoles, 13 de julio de 2016

FILMOGRAFÍA CLÁSICA... "LA LOBA" (1941) WILLIAM WYLER


Basada en una obra de la dramaturga Lillian Hellman fue uno de los mayores triunfos en la carrera de Bette Davis, hasta el punto de que su personalidad cinematográfica quedó asociada a este apodo dadas las características del personaje de Regina Giddens, una mujer ambiciosa, manipuladora, fuerte y sin escrúpulos, muchas de las cualidades que conformaron la personalidad cinematográfica de Bette en la pantalla. Lo cierto es que el papel protagonista de la obra se ceñía como anillo al dedo al temperamento artístico de Davis y está aprovechó la oportunidad brindando una de las interpretaciones más soberbias de su extensa filmografía y de la historia del cine. Su talento y el del director William Wyler hicieron que el filme se convirtiera en uno de los clásicos imperecederos del melodrama sureño americano, como ya habían conseguido tres años antes con “Jezabel”, otra interpretación poderosa que le valió a Bette el Oscar a la mejor actriz de 1938, dirigida igualmente por Wyler, amante por aquel entonces de la estrella.


La obra escénica fue estrenada en 1939 por Tallulah Bankhead una de las reinas de Broadway, obteniendo un sonado éxito de crítica y público. Sin embargo esta actriz fue descartada para la adaptación a la pantalla, posiblemente por ser una desconocida para el público internacional ya que se prodigó muy poco en cine, su interpretación más famosa sería en la claustrofóbica “Naúfragos” (1944) de Alfred Hitchcock. El rechazo de la productora a su creadora original para interpretar el personaje que había hecho célebre en escena en favor de Bette, hizo que ambas actrices vertieran comentarios poco agradables la una sobre la otra en virtud del difícil carácter de ambas divas, iniciando una rivalidad histórica. Más allá de la anécdota mitómana hay que reconocer que Bette estuvo soberbia en el papel, realizando una creación absolutamente personal por la que obtuvo una nueva nominación al Oscar como mejor actriz de aquel año, aunque este fue a parar a manos de la dulce Joan Fontaine, hermana de Olivia de Havilland, por su interpretación de esposa amenazada en “Sospecha” de Alfred Hitchcock.


Sin duda alguna la fuerza de la película reside en la parte interpretativa, arropada por un plantel de actores formidable. A la estrella absoluta de la historia le acompaña un reparto de secundarios, que se cuentan entre lo mejor del cine de la época, entre los que se encuentran Herbert Marshall, un actor sobrio y contenido, que fue también el sufrido esposo de Bette en otro clásico inmortal "La carta" (1940), Dan Duryea, Richard Carlson o la excelente Patricia Collinge como la delicada y alcohólica cuñada de Regina, nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria por su interpretación, al igual que Teresa Wright una actriz de extraordinaria sensibilidad que interpretaba a la inocente hija de la protagonista, moneda de cambio de los propósitos ambiciosos de la madre con el fin de alcanzar la posición social perdida.


La sabiduría de Wyler mantiene presente el espíritu de la obra teatral adaptadandola acertádamente al lenguaje cinematográfico, jugando sabiamente con la posición de la cámara en una historia repleta de diálogos y rodada prácticamente en un escenario único. Fijos en la retina cinéfila quedan escenas inolvidables, como aquella en que Regina deja morir de un ataque al corazón a su esposo mirándole con la frialdad propia de una arpía, mientras este agoniza suplicando que le acerque su medicina, una de las cumbres de la perversidad femenina en el cine que el talento de Bette Davis hace absolutamente convincente, o aquella otra en la que la protagonista permanece erguida en la escalera de la mansión, viendo como se aleja su hija, logrando su ambición personal pero siendo abandonada por el afecto de los suyos, castigando así sus intrigas carentes del menor atisbo de humanidad.

El filme fue nominado a los tres Oscars de interpretación femenina, principal y secundario, anteriormente mencionados, si bien no logró ninguna de las codiciadas estatuillas. Sin embargo Bette Davis fue nombrada presidenta de la Academia tras su intervención en esa película, convirtiéndose en la primera mujer que ostentó este cargo en la historia, aunque solo permaneció 8 meses en el mismo.


El papel de Regina se convirtió en uno de los personajes "bombón" que toda actriz deseó representar en adelante para el lucimiento sus cualidades dramáticas, siendo interpretado en escena a lo largo de distintas décadas por famosas actrices que intentaron emular el triunfo de sus predecesoras entre las que se encuentran Elizabeth Taylor, Anne Bancroft o Simone Signoret. En España lo llevaron a escena Nuria Espert o Marisa de Leza entre otras.

Un filme excelente e imprescindible dentro de la filmografía de Davis y Wyler, muestra magnífica de teatro filmado y del mejor melodrama de la época dorada.



jueves, 21 de abril de 2016

CON ACENTO ESPAÑOL... "EMBRUJO" (1947) CARLOS SERRANO DE OSMA... SURREALISMO FLAMENCO


Nos encontramos sin duda una de las obras más insólitas de nuestro Cine. Su director, Carlos Serrano de Osma, se caracterizó por explotar la experimentación del lenguaje cinematográfico por encima de los argumentos de sus películas. En este caso intentó abordar el mundo del flamenco desde una óptica completamente distinta a la habitual, alejada de falsos tópicos y tipismos, impregnando su esencia de un tratamiento demasiado surrealista que no fue bien entendido en su tiempo, condenando al filme al fracaso a pesar de contar con la pareja más popular de aquellos años en el género, Lola Flores y Manolo Caracol.



Lo cierto es que a pesar de las buenas intenciones del realizador por hacer algo distinto al trillado folklore tradicional de entonces, resulta un ensayo fallido que queda finalmente en tierra de nadie. Sin embargo debido a su pintoresquismo ha pasado a la historia como una pequeña joya de su tiempo y uno de los títulos más personales del periodo de postguerra, que sirve además como impagable documento para ver en acción a dos de las figuras más temperamentales del mundo de la copla y el flamenco, en su época de mayor esplendor.


Aunque el planteamiento cinematográfico impuesto por Serrano de Osma en la producción, no se centra en el lucimiento de la pareja protagonista, el genio de ambos es tan enorme que es imposible que este quede relegado a un segundo plano. La película ofrece la posibilidad de contemplar la recreación de algunos de los números más famosos interpretados por Lola y Caracol en sus espectáculos de aquellos años, como “La Salvaora” o “La niña de fuego”, permitiendo a las actuales generaciones ser testigos del arte imperecedero de dos artistas con mayúsculas que dieron días de gloria al teatro español de postguerra.



Lola Flores y Manolo Caracol, se encontraron por primera vez en la escena en el año 1943, cuando la jerezana contrata al “cantaor” para que le dé la réplica en el espectáculo “Zambra” que obtuvo un éxito apoteósico y los situó a ambos a la cabeza del panorama teatral durante toda la década de los 40. De este espectáculo salieron números tan célebres como “La Zarzamora” o “La Sebastiana” además de los anteriormente citados. El público los adoraba acudiendo enardecido a cada nuevo espectáculo. Para Lola supuso su despegue definitivo como primera figura de la canción y el baile español y para Manolo la consagración a nivel popular, ya que aun siendo un cantaor muy reconocido en su tiempo, su especialización en el “cante grande” no le daría la proyección que obtuvo a raíz de su participación en el mundo de la copla. El hecho de que incluso una marca de anís fuese bautizada con su nombre, da idea de la popularidad obtenida por la pareja en aquellos años.


La admiración artística trascendió al ámbito personal y sostuvieron una relación amorosa al parecer sumamente tempestuosa. La rumorología popular también se hizo eco de la vida íntima de dos seres tan temperamentales. Se habló de peleas, borracheras, reconciliaciones y continúas rupturas. Lo cierto es que la diferencia de edad existente entre ambos artistas, unido al éxito cada vez más emergente de Lola, despertaba los celos de Manolo llevando a la pareja a una situación cada vez más compleja. Protagonizaron “La niña de la Venta” (1951) dirigida por Ramón Torrado, donde su relación ya se encontraba bastante mermada y tras estrenar en teatro “La maravilla errante” la pareja se separó definitivamente, con gran pesar popular.


Como si se tratase de un cuento premonitorio todo esto se hallaba presente de algún modo en “Embrujo” que contaba la vida de dos artistas de variedades flamencas que decidían montar compañía propia obteniendo un gran éxito. Sin embargo Lola era contratada para actuar en solitario por todas las capitales de Europa, abandonando al “cantaor” que moría víctima del alcohol y la mala vida. Una Lola viejecita, de increíble peluca blanca, relataba su historia a una nueva promesa del baile frente a la tumba de Manolo, poniéndola sobre aviso de la esclavitud y miserias de la profesión.

Un título interesante a revisar, que se ha visto revalorizado con los años precisamente por su tinte surrealista  y carácter experimental, que lo alejan de la producción de la época, alzándose como uno de los filmes malditos tanto de su director como de la historia del Cine Español.

miércoles, 30 de marzo de 2016

HISTORIAS DE CINE... LAS RUBIAS DE HITCHCOCK


Es de todos conocido que el mago del suspense fue uno de los más consagrados erotómanos del cine clásico, si bien es cierto que nunca le gustó lo burdo ni evidente, sino que opto siempre por un erotismo distante y refinado. El director británico recreó todas sus obsesiones y fetichismos, personificándolos en algunas de sus actrices favoritas, las célebres "rubias de Hitchcock". Estas se vieron envueltas en historias escabrosas y masoquistas como "Los pájaros"(1963), llenas de traumas como "Recuerda" (1945), "Atormentada" (1949) o "Marnie, la ladrona" (1964), o decididamente terroríficas como "El enemigo de las rubias" (1927) y su remake "Frenesí"(1972), sin olvidar la famosa ducha de Janet Leigh en "Psicosis" (1960) su rubia más exuberante y carnal, con un destino inevitablemente fatal.


Aunque esta obsesión por las heroínas bellas, frías, continuamente amenazadas por si mismas y por el entorno ya está presente en la etapa inglesa, es en el periodo americano donde cobra un protagonismo absoluto. En los estudios de Hollywood se encuentra con la mayor cantera de actrices que el Star System americano podría ofrecer, sacando un extraordinario partido de sus estrellas y sobre todo creándolas a base de imponerlas en una serie de vehículos en los que materializar sus fantasías.


No podemos olvidar a la primera rubia destacable de su filmografía antes de la llegada del genio inglés a los estudios de California, la bellísima Madeleine Carroll de "39 escalones" (1935), una excelente trama de espías que la obliga a dormir esposada al protagonista Robert Donat en una de las habituales jugadas maestras de Hit a la censura, similar a la vivida por Eva Marie Saint (la rubia despierta y mordaz) y Cary Grant en "Con la muerte en los talones" (1959) donde a la escena en la que van a vivir su noche nupcial le sigue un plano del tren en el que viajan introduciéndose en un túnel, inevitable referencia al acto sexual que se esta desarrollando en el compartimento. Talento en estado puro...



Joan Fontaine fue la rubia asexual de "Rebeca" (1940) y "Sospecha" (1941) amenazada por la sombra demasiado larga de la anterior esposa muerta en extrañas circunstancias en la primera y víctima potencial de un esposo maniático en la segunda, un poco habitual Cary Grant del que nunca se llega a saber realmente si es un asesino o simplemente un encantador caradura que sirve vasos de leche con arsénico a su señora.



A Fontaine le siguió la fantástica Ingrid Bergman, rubia apasionada de títulos como "Recuerda"(1945), una doctora experta en todo tipo de desajustes mentales que se enamora irremisiblemente de uno de sus pacientes con el rostro de Gregory Peck, "Encadenados" (1946) la ninfa con pasado dudoso que se marca unas inolvidables escenas de amor-odio con su salvador, Grant de nuevo, y está apunto de morir envenenada en un matrimonio de conveniencia con un nazi exiliado en Argentina, o la frágil protagonista de "Atormentada" (1949) una vez más una esposa amenazada por un marido macabro y una criada cómplice de sus manejos.


Grace Kelly fue la rubia sofisticada a punto de ser asesinada por un esposo sin escrúpulos en "Crimen perfecto" (1954), acompañante de un fotógrafo con tendencias de "voyeur", dicotomía del propio Hitchcock, en "La ventana indiscreta" (1954) y la encantadora y refinada heredera americana que regenera a Cary Grant de sus fechorías en "Atrapa a un ladrón" (1956), donde una vez más los excelentes primeros planos dando protagonismo a las miradas y besos entre los protagonistas caldean la acción en un chispeante juego de intriga y pasión.



"De entre los muertos" (Vértigo) (1958) convirtió a Kim Novack en otro de los mitos eróticos de la pantalla, una rubia misteriosa y distante que juega continuamente a la mentira y el equivoco pagando un alto precio por ello. Una obra maestra cumbre e imprescindible en la filmografía del genio inglés.


Con Grace el cine de Hitchcock se vio tocado por un halo de elegante y sofisticado, una frialdad a punto de derretirse que sirvió de manera singular a los propósitos del director. Ante la imposibilidad de contar con ella para sus proyectos futuros, dado que ésta ya se había convertido en princesa de Mónaco, Hit recreó su personalidad en la modelo Tippi Hedren, la rubia amenazada por miles de aves enardecidas en "Los pájaros" (1963) y la cleptómana "Marnie, la ladrona" (1964), una seductora acomplejada por su frigidez producto de un macabro trauma de la infancia, asistida por un viril Sean Connery antes de vestir el uniforme de James Bond y convertirse en el agente secreto más famoso de la historia del Cine.


Son algunas de las rubias Hitchcocknianas que permanecen para siempre en la retina cinéfila, muñecas al servicio de la imaginación desbordada y retorcida de uno de los talentos más grandes que ha dado el séptimo arte. Un narrador único, creador delirante y sarcástico, ávido de superarse a si mismo en cada película, genio irrepetible que se divierte reflejando sus fantasmas al mundo a través de una gran ventana siempre indiscreta...

viernes, 4 de marzo de 2016

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... CARMEN MIRANDA, LA REINA DEL DELIRIO..


Nunca fue nada similar a una actriz ni una cantante al uso y sin embargo en ambas facetas creó un apartado único en la historia del Cine, imitado hasta la saciedad durante los años 40 del siglo XX. Su figura exótica y excesiva fue uno de los reclamos del filme de Disney "Los tres caballeros" (1944) en la persona de Aurora Miranda, una cantante brasileña lanzada al amparo de la fama de su compatriota, el conejo Bugs Bunny en uno de sus habituales números de travestismo aparecía caracterizado como ella en algunos de sus episodios animados, incluso el mismísimo Mickey Ronney imitó con su histrionismo habitual a la artista en el filme "Hijos de la farándula" (1941).


Carmen en realidad fue una Show Woman delirante, irresistiblemente camp, transgresora y de enorme personalidad, que logró con sus extravagantes tocados e imposibles trabalenguas teñir de luz y alegría las pantallas que iluminaban un mundo en guerra. Cuando Hollywood vio cerrado el mercado europeo a consecuencia de la segunda guerra mundial, volvió los ojos a la vecina Sudamérica como salida económica, de este modo esta simpática portuguesa de pequeña estatura vio la oportunidad de pasar de los clubs nocturnos donde actuaba a contonearse vestida de oropeles y lamés, sobre enormes plataformas en la gran pantalla. La película que la dio a conocer al público estadounidense fue "Serenata Argentina" (1940), un musical protagonizado por dos de las estrellas de la Fox, Betty Grable, la chica Pin Up por excelencia, y Don Ameche, sin embargo Carmen fue la revelación del filme, causando sensación entre el público.


A partir de ahí llegaron una serie de entretenidos musicales arrevistados ambientados en los más exóticos lugares del Continente, donde invariablemente representaba el personaje de brasileña (baiana) temperamental, celosa y apasionada en contrapunto cómico a la parte romántica de la historia interpretada por las norteamericanas Alice Face o Betty Grable, que le hicieron ganar el sobrenombre de "La Bomba Brasileña", nacionalidad a la que siempre se le asoció aunque realmente había nacido en la localidad portuguesa de Marco de Canaveses.


Sus títulos de aquella época hablan por si solos... "A la habana me voy" (1941), "Aquella noche en Río" (1941), "Secretaria brasileña" (1942), "Cara de muñeca" (1946). Se trataba de modestas producciones recargadas de colorido y música cuyo objetivo era el de levantar la moral de las tropas y la retaguardia con historias sencillas sin mayor pretensión que la de entretener. Aunque algunos números resultaron realmente brillantes, como el célebre "The Lady in the Tutti-Frutti Hat" del filme "Algo para los muchachos" (1944), donde el talento coreográfico de Busby Berkeley y el desparpajo de Carmen jugaron una soberbia jugada a la censura en un número de claras referencias eróticas, donde las coristas sostenían enormes bananas a modo de falo mientras ella se contoneaba divertida alrededor de las mismas.


Una vez terminada la guerra y cubiertas las necesidades de evasión, los risueños musicales de la Fox y la figura de Carmen Miranda perdieron interés en favor de historias más adultas y oscuras, con lo que poco a poco su fama fue decayendo, viéndose atrapada dentro el cliché que ella misma había creado y le impedía evolucionar hacia otro tipo de personajes de mayor calado. Aún así mantuvo su simpatía y estilo característicos en algunos títulos irrelevantes en distintos estudios, la escena y la televisión durante unos años.


Falleció prematuramente de una ataque cardíaco en 1955, a los 46 años de edad, tras una actuación en el programa The Jimmy Durante Show, al parecer se sintió indispuesta, terminó, sonrió al público y murió a la mañana siguiente, manteniendo hasta el final la imagen alegre y risueña que la acompañó a lo largo de toda su carrera. Hoy día sigue siendo hoy día una figura mítica del espectáculo latino, especialmente en Brasil, donde cuenta con un museo dedicado a su Leyenda. Su memoriabilia ha sido sostenida principalmente gracias a los transformistas y travestís de todo el Mundo quienes tuvieron un espacio en sus espectáculos siempre para el recuerdo de esta increíble mujer, mezcla de árbol de navidad y temperamento desbordado, cuya incombustible energía y descarada sonrisa sigue danzando al compás de una pegadiza samba en una pantalla cubierta de cielos pintados y palmeras de papel.

miércoles, 24 de febrero de 2016

FILMOGRAFÍA CLÁSICA... "ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS" (1951) CLYDE GEROMINI, WILFRED JACKSON Y HAMILTON LUSKE


Al igual que ocurre con otros cuentos clásicos como "Peter Pan" (1953) o "Mary Poppins" (1964), "Alicia en el País de las Maravillas" (1951) fue un proyecto largamente acariciado por Walt Disney, quién ansiaba llevarlo a la pantalla incluso antes de su primer largometraje animado "Blancanieves y los siete enanitos" (1937). 

El relato había causado una gran impresión en "el mago de la animación" desde su infancia. Ya en los años veinte los estudios Disney tenían un proyecto para llevar a cabo un filme con la célebre Mary Pickford, la niña prodigio del cine mudo en el papel de Alicia, en el cual se mezclarían dibujos e imagen real que llevaría por título "Alice in Cartooland". Incluso en 1936 rodaron un cortometraje en color protagonizado por el personaje estrella de los estudios titulado "Mickey Mouse: A través del espejo". En esta pequeña joya de la animación el ratón Mickey vivía una delirante fantasía musical en la que ya estaban presentes muchos de los personajes y situaciones del largometraje clásico, como el ejército de cartas, la escena en la que el protagonista encoje al comer una nuez, o la animación de multitud objetos cotidianos dotados de personalidad humana, especialidad en la que los estudios Disney siempre fueron tremendamente imaginativos hasta nuestros días.


El éxito obtenido el año anterior con "La Cenicienta" (1950) permitió a Disney retomar el proyecto mezclando las novelas "Alicia en el País de las Maravillas" y "Alicia a través del espejo", en una apuesta personal arriesgada que puso en una situación delicada a los estudios, ya que el subrrealismo de las historias de Lewis Carrol era demasiado delirante para un público infantil y la película supuso un pequeño descalabro financiero. El público asiduo a las películas de animación clásicas de la productora no entendió muy bien el filme y la crítica le reprochó la multitud de licencias que se habían permitido a la hora de adaptar la narración a la pantalla.


Fue un título mal entendido en su momento y la acogida resulto bastante tibia, sin embargo las revisiones posteriores le han colocado en un lugar de privilegio dentro del Universo mágico de su autor. Aunque para muchos es la menos Disney de entre los títulos de su productora, en cuanto a línea argumental, personalidad e iconografía, lo cierto es que en esto reside gran parte de su encanto. La historia original tiene elementos y situaciones demasiado complejos de adaptar con fidelidad para un público familiar, de hecho la práctica totalidad de filmes que versionan el tema han fracasado de un modo u otro a la hora de plasmar el espíritu alucinado de la novela de Carrol, a pesar de que el libro contiene una imaginería absolutamente irresistible.



"Alicia en el País de las Maravillas" costó en torno a cinco millones de dólares de la época y perdió bastante dinero, de hecho no volvió a ser reestrenada en Cines estando Walt Disney vivo. La depreciación de la cinta en su momento hizo que fuese el primer largometraje animado de la compañía que pasó a emitirse por televisión. Sin embargo arropada por la modernidad y psicodelia de finales de los años 60 y el nacimiento del espíritu Pop, la película vivió una revalorización junto a otros títulos malditos de la productora como "Los tres caballeros" (1946) y "Fantasía" (1942), filmes absolutamente revolucionarios en su momento. Hoy día, sin ser una de las obras cumbre del estudio, ha sido reconocido como una de sus películas más interesantes, repleta de hallazgos visuales y un intento de hacer algo distinto por parte de un genio que nunca dejó de crear e intentar buscar diferentes líneas de expresión en el lenguaje animado. El impulsor sin duda alguna de un Universo que elevó los largometrajes de animación a la altura artística de los filmes de imagen real, instaurando un nuevo género cinematográfico.


miércoles, 13 de enero de 2016

HISTORIAS DE CINE... TRACY Y HEPBURN, DENTRO Y FUERA DE LA PANTALLA


"Creo que soy demasiado alta para usted Sr. Tracy... No se preocupe, ya la pondré yo a mi altura"... Con esta frase genial dio inicio una de las parejas legendarias de la Historia del Cine y sin duda alguna de las más talentosas.

Ella era liberal, feminista, independiente y rebelde, educada en el seno de una familia progresista y moderna... Él era conservador, católico, casado y con especial afición a la bebida... Sin embargo estas dos personalidades tan contrapuestas enloquecieron mutuamente desde su primer encuentro, dando lugar a una unión personal y profesional que se mantuvo a lo largo de 26 años y nueve títulos,  hasta la muerte de Tracy en 1967.



Hepburn admiraba el trabajo del actor desde los incios de su carrera y al ser contratada por la Metro, estudio que tenía a Tracy bajo contrato, su mayor deseo era el de trabajar junto a él. Lo materializó en "La mujer del año" (1942) dirigida por George Stevens. Esta eficaz comedia mostraba la lucha de sexos representada en la personalidad de ambas estrellas, y al igual que los protagonistas de la historia ellos se unieron para no volver a separarse, dando al mundo del celuloide algunas de sus obras maestras.


"La llama sagrada" (1942), "Sin amor" (1945), "Mar de hierba" (1947), "El estado de la Unión" (1948), "La costilla de Adán"(1949), "La impetuosa" (1952), "Su otra esposa" (1957) y "Adivina quién viene esta noche" (1967) dieron sobrada muestra de la química de la pareja tanto en el terreno de la comedia como en el drama, si bien fue en el primero de los géneros donde ofrecieron interpretaciones legendarias. En este sentido es imposible no destacar "La costilla de Adán", su mejor título y una de las obras maestras del cine clásico, en la cual George Cuckor de un modo tan divertido como ingenioso sacaba un sensacional partido de la lucha de sexos derivada del carácter feminista y moderno de ella y la actitud machista y conservadora de él. Interpretaban a un matrimonio de abogados que se veían enfrentados en los tribunales por el mismo caso, uno como defensa, otro como fiscal, llevando sus apasionados argumentos más allá del banquillo. Las diferencias ponían en riesgo la paz conyugal aunque, como en la vida real, todo se rematada de manera feliz, cuando ambos entierran el hacha de guerra en post del amor que se procesan.


En la colonia de Hollywood su relación fue motivo de controversias desde el inicio. Tracy, por su educación católica, nunca quiso divorciarse de su esposa y permaneció casado hasta su muerte, a pesar de que ya había mantenido sonados romances con otras actrices de la época. Sin embargo esto no fue impedimento para Kate que se entregó a él de forma incondicional, siendo compañera, confidente y enfermera en las noches alcohólicas del actor. Se cuenta que siempre tenía preparada una jarra de café fuerte al regreso de sus sonadas borracheras. Dada la situación personal de Tracy, ella accedió a vivir en residencias separadas y no acudían juntos a los estrenos y actos públicos, a pesar de que su relación era "Vox Populi" para todos, mantuvieron las apariencias hasta el final.

Cuando Tracy enfermó ella se mantuvo a su lado de forma incondicional. Durante el rodaje de "Adivina quién viene esta noche", su última colaboración, todos estaban pendientes del actor, de quién dudaban que pudiese llegar a finalizar la película dada la gravedad de su estado. Cuando este murió Hepburn veló su cadáver hasta la llegada de la esposa de este, abandonando el domicilio para ceder el protagonismo a la "viuda oficial", alejándose de las cámaras y miradas curiosas. Nunca llegó a visitar la tumba del que fue su compañero y verdadero amor durante más de un cuarto de siglo.


Hasta su fallecimiento la actriz siempre concedió a Spencer Tracy el papel más relevante de su vida y su carrera, declarando que "Fue la primera vez que entendió que era más importante amar que ser amada" y que "Le amaba y hubiera dado todo por estar a su lado".

Aunque en la actualidad algunas biografías póstumas desproveen de romanticismo a esta historia alegando que nunca tuvieron una relación real, ya que ambos eran homosexuales y usaron la misma como"cortina de humo", el poder de las imágenes en la pantalla nos habla con fuerza de una pasión que permanece y permanecerá para siempre. Un amor inmortal del que ambos dejaron testimonio impreso en celuloide, demostrando aquella máxima tan popular de que "signos opuestos se atraen irremisiblemente", en su caso para deleite personal y para la historia del Cine.