miércoles, 13 de enero de 2016

HISTORIAS DE CINE... TRACY Y HEPBURN, DENTRO Y FUERA DE LA PANTALLA


"Creo que soy demasiado alta para usted Sr. Tracy... No se preocupe, ya la pondré yo a mi altura"... Con esta frase genial dio inicio una de las parejas legendarias de la Historia del Cine y sin duda alguna de las más talentosas.

Ella era liberal, feminista, independiente y rebelde, educada en el seno de una familia progresista y moderna... Él era conservador, católico, casado y con especial afición a la bebida... Sin embargo estas dos personalidades tan contrapuestas enloquecieron mutuamente desde su primer encuentro, dando lugar a una unión personal y profesional que se mantuvo a lo largo de 26 años y nueve títulos,  hasta la muerte de Tracy en 1967.



Hepburn admiraba el trabajo del actor desde los incios de su carrera y al ser contratada por la Metro, estudio que tenía a Tracy bajo contrato, su mayor deseo era el de trabajar junto a él. Lo materializó en "La mujer del año" (1942) dirigida por George Stevens. Esta eficaz comedia mostraba la lucha de sexos representada en la personalidad de ambas estrellas, y al igual que los protagonistas de la historia ellos se unieron para no volver a separarse, dando al mundo del celuloide algunas de sus obras maestras.


"La llama sagrada" (1942), "Sin amor" (1945), "Mar de hierba" (1947), "El estado de la Unión" (1948), "La costilla de Adán"(1949), "La impetuosa" (1952), "Su otra esposa" (1957) y "Adivina quién viene esta noche" (1967) dieron sobrada muestra de la química de la pareja tanto en el terreno de la comedia como en el drama, si bien fue en el primero de los géneros donde ofrecieron interpretaciones legendarias. En este sentido es imposible no destacar "La costilla de Adán", su mejor título y una de las obras maestras del cine clásico, en la cual George Cuckor de un modo tan divertido como ingenioso sacaba un sensacional partido de la lucha de sexos derivada del carácter feminista y moderno de ella y la actitud machista y conservadora de él. Interpretaban a un matrimonio de abogados que se veían enfrentados en los tribunales por el mismo caso, uno como defensa, otro como fiscal, llevando sus apasionados argumentos más allá del banquillo. Las diferencias ponían en riesgo la paz conyugal aunque, como en la vida real, todo se rematada de manera feliz, cuando ambos entierran el hacha de guerra en post del amor que se procesan.


En la colonia de Hollywood su relación fue motivo de controversias desde el inicio. Tracy, por su educación católica, nunca quiso divorciarse de su esposa y permaneció casado hasta su muerte, a pesar de que ya había mantenido sonados romances con otras actrices de la época. Sin embargo esto no fue impedimento para Kate que se entregó a él de forma incondicional, siendo compañera, confidente y enfermera en las noches alcohólicas del actor. Se cuenta que siempre tenía preparada una jarra de café fuerte al regreso de sus sonadas borracheras. Dada la situación personal de Tracy, ella accedió a vivir en residencias separadas y no acudían juntos a los estrenos y actos públicos, a pesar de que su relación era "Vox Populi" para todos, mantuvieron las apariencias hasta el final.

Cuando Tracy enfermó ella se mantuvo a su lado de forma incondicional. Durante el rodaje de "Adivina quién viene esta noche", su última colaboración, todos estaban pendientes del actor, de quién dudaban que pudiese llegar a finalizar la película dada la gravedad de su estado. Cuando este murió Hepburn veló su cadáver hasta la llegada de la esposa de este, abandonando el domicilio para ceder el protagonismo a la "viuda oficial", alejándose de las cámaras y miradas curiosas. Nunca llegó a visitar la tumba del que fue su compañero y verdadero amor durante más de un cuarto de siglo.


Hasta su fallecimiento la actriz siempre concedió a Spencer Tracy el papel más relevante de su vida y su carrera, declarando que "Fue la primera vez que entendió que era más importante amar que ser amada" y que "Le amaba y hubiera dado todo por estar a su lado".

Aunque en la actualidad algunas biografías póstumas desproveen de romanticismo a esta historia alegando que nunca tuvieron una relación real, ya que ambos eran homosexuales y usaron la misma como"cortina de humo", el poder de las imágenes en la pantalla nos habla con fuerza de una pasión que permanece y permanecerá para siempre. Un amor inmortal del que ambos dejaron testimonio impreso en celuloide, demostrando aquella máxima tan popular de que "signos opuestos se atraen irremisiblemente", en su caso para deleite personal y para la historia del Cine.