sábado, 18 de julio de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... BARBARA STANWYCK


Sin duda es una de las grandes Damas de la pantalla. Pertenece a una estirpe de mujeres fuertes, hechas a sí mismas que consiguieron imponerse en un mundo de hombres y gobernarlo. Actrices como ella, Bette Davis, Irene Dunne o Katherine Hepburn dieron catergoría a la interpretación cinematográfica, entonces denostada en favor de la teatral. Ellas son el icono, el ejemplo a seguir por todas las actrices que llegaron después.

Aunque tenía cierto ictus de dureza en el rostro que podía hacerla parecer algo antipática, parece ser que era una mujer extraordinariamente afable y tanto sus compañeros como la industria adoraban trabajar con ella. Esa misma rigidez unida a su carácter decidido y emancipado y su amistad con la colonia gay de Hollywood, hicieron correr el bulo sobre su posible lesbianismo, algo que nunca llegó a ser probado y que pertenece más a la crónica rancia de una sociedad que no admitía personalidades modernas y adelantadas a su tiempo como la de Miss Stanwyck. Quizás en un corte de mangas a la rumorología sobre su persona Barbara interpretó a una de las primeras lesbianas declaradas en la historia del Cine, fue en la escandalosa adaptación de la obra de Tennessee Williams "La gata negra" dirigida por Edward Dmytryk en 1962. Para los curiosos estuvo casada en dos ocasiones, ambas con actores, el segundo de ellos fue el lindo Robert Taylor que parece ser dejó tal huella en ella que jamás volvió a contraer matrimonio tras su divorcio.

Como ocurre con este tipo de personalidades sus inicios no fueron fáciles. Nacida en el seno de una familia muy humilde, tras la muerte de su madre y el abandono del hogar por parte de su padre, pasó su niñez y adolescencia entre familias de acogida. Ejerció distintos oficios hasta alcanzar su oportunidad en la escena, si bien entró en este mundo por la puerta de atrás, haciendo de corista en espectáculos frívolos y arrevistados, al aparecer bastante ligera de ropa. La actriz Jessica Lange, admiradora de la estrella, declaraba en un homenaje que la Academia rindió a esta, que siempre que su ánimo decaía a los inicios de su carrera, recordaba que Barbara había sido durante mucho tiempo "el tercer candelabro a la derecha" y esto le ayudaba a no tirar la toalla.

Llegó al cine con el advenimiento del sonoro, logrando sus primeras oportunidades importantes de la mano del gran Frank Capra, que la convirtió en una de sus actrices favoritas en títulos como "Amor prohibido" (1932), "Mujeres ligeras" (1930), "La amargura del General Yen" (1933) o "Juan Nadie" (1941). Demostró su talento para la comedia en dos obras maestras del género, "Las tres noches de Eva" (1941), donde traía por la calle de la amargura a un infeliz Henry Fonda, y la deliciosa "Bola de fuego" (1941), donde era la amante de un gánster que para ocultarse de la policía se introduce como un torrente sexual y descarado en la vida de unos encantadores profesores que elaboran una enciclopedia, liderados por un sensacional Gary Cooper que irremediablemente cae en brazos de la seductora.

Inmortalizó su presencia en el "cine negro" con dos títulos fundamentales "Perdición" (1944), una de las malvadas mas despiadadas de la historia que lleva al crimen y a la autodestrucción a un agente de seguros interpretado por Fred Mcmurray y "El extraño amor de Martha Ivers" (1946), otra arpía que maneja a su antojo a un pusilánime Kirk Douglas. Estuvo igualmente magnífica como la esposa postrada en cama que recibe una llamada avisándole de que va a ser asesinada esa noche en "Voces de muerte" (1948), consiguiendo un retrato formidable de la angustia que le valió un nominación al Oscar a la mejor actriz de aquel año.

Pisó con igual autoridad las praderas del Far West en filmes como "Annie Oakley" (1935), "Unión Pacífico" (1939) o "La reina de Montana" (1954). Pero a pesar de contar con una carrera larga y variada con más de 80 títulos a sus espaldas, sin duda su recuerdo está principalmente asociado al ciclo de lo que se dió en llamar "cine para mujeres". Soberbios melodramas, en los que interpretó esposas, madres y amantes firmes, regias, apasionadas, enfrentadas a vidas complicadas en películas como "Mi reputación" (1946), "Mundos opuestos" (1949), "Su gran deseo" (1953) o "Stella Dallas" (1937), uno de sus filmes más conocidos y soberbio recital interpretativo. La escena final en la que la protagonista contempla desde la calle de forma anónima la boda de su única hija, a la que había dedicado toda su vida, con un joven de la buena sociedad, es una de las cumbres del melodrama americano y su paseo por las calles con el rostro emocionado pero satisfecho por el resultado de su sacrificio como madre, la coloca en el lugar de las grandes actrices de la época dorada.

Falleció en 1990, a los 82 años, a consecuencia de una enfermedad cardíaca. Nunca obtuvo ningún Oscar, aunque fue nominada en cuatro ocasiones a estos galardones. Avergonzada de su miopía la Academia de Hollywood le concedió uno a título honorífico en 1981, aunque no necesitase tal distinción, ya que con su trabajo ante las cámaras había entrado en la galería de los inmortales por derecho propio, convirtiéndose en uno de los mitos del Séptimo Arte, formando parte de su mejor historia en imágenes eternas... 

martes, 14 de julio de 2015

CON ACENTO ESPAÑOL... "LA VERBENA DE LA PALOMA" (1935) BENITO PEROJO


En los años inmediatamente anteriores a la guerra civil, durante la segunda república, la industria cinematográfica española alcanzó las cotas más altas de entretenimiento conseguidas hasta entonces, dando a nuestro cine entidad propia. El enorme éxito de distintas cintas de carácter popular, especialmente las protagonizadas por Imperio Argentina, la mayor estrella del momento, colocaron la industria de cine española a la cabeza del mercado hispano parlante.

En esa línea de cine popular, dotado de una dignísima calidad y sabiduría cinematográfica, se encuentra esta versión de una de las zarzuelas más populares del repertorio "La verbena de la Paloma". Dirigida por Benito Perojo, uno de los pioneros de nuestro cine, constituye uno de los mayores éxitos del periodo republicano y uno de los primeros y casi únicos filmes auténticamente musicales rodados en nuestro país, en el que todos los números se insertan con tal acierto que consiguen dar una continuidad al relato, sin interrumpir en ningún momento la historia, como solía ocurrir en este tipo de filmes, en los que la acción se frenaba para que la estrella del momento luciese sus facultades canoras, deleitando al público con sus cantes y bailes totalmente ajenos al argumento.

Desde el periodo del mudo la zarzuela, como parte de la tradición escénica de nuestro país, fue fuente de inspiración para productores y directores, que adaptaron aún sin música títulos tan populares como "Maruxa", "La Revoltosa" o "Gigantes y cabezudos". Incluso "La verbena de la Paloma" tuvo una primera versión en 1921 dirigida por José Buchs conociendo ya por entonces un gran éxito, y en la que el posteriormente famoso director Florián Rey interpretaba el papel de Julián, protagonista masculino de la obra.

Se hacia inevitable que con el advenimiento del sonoro la producción musical española se viese inundada de títulos zarzueleros. Así vieron la luz "Carceleras" (1932), primer filme español completamente "hablado y cantado" como se anunciaba por entonces, "Doña Francisquita" (1934), "La reina mora" (1936), "La Dolorosa" (1934) o "El gato montés" (1936), entre otras. Pero sin duda alguna la más popular de todas fue esta "Verbena" de Perojo producida por Cifesa y protagonizada por un elenco de estrellas muy populares en su tiempo. Desde su inicio fue concebida como una de las mayores producciones rodadas hasta el momento en nuestro país, reivindicada como tal por la crítica moderna a principios de los años 90 del siglo XX. Da idea de ellos los espectaculares decorados construidos en los estudios Cea de Ciudad Lineal, que reproducían todo el sabor del Madrid castizo en el que se desarrolla la historia. Hubo incluso una escena, perdida hoy día, que en el original fue rodada en Technicolor.

El filme de Perojo es sin lugar a dudas de una calidad brillante y en él se observa una evolución técnica y artística que el cine español venía desarrollando desde unos años antes. La cámara se mueve con soltura sorteando las limitaciones del primitivo sistema de sonido que limitaba la movilidad, consiguiendo una obra plenamente cinematográfica que conserva toda la esencia de la obra original, sin dejarse influir por su procedencia escénica. Para la escena de las famosas seguidillas "Por ser la Virgen de la Paloma" se construyo una calle de más de 500 metros por las que circulaba un tranvía tirado por caballos en el que estos avanzaban al son de la popular música de Bretón, en un alarde de montaje por parte del director, que proporciona a la película de un ritmo magnífico que marcó el tono de la película.

Pero principalmente la obra se beneficia de un reparto excepcional, en el que figuran algunas algunas de las estrellas más populares de la época. Al frente del reparto el cómico Miguel Ligero como el boticario Don Hilarión, que se convertiría en adelante en una de sus especialidades tanto en cine como en teatro. El echo de que en una de las más célebres grabaciones discográficas de esta zarzuela el cómico madrileño fuese elegido para interpretar este rol, da una idea de la identificación que se produjo entre el actor y el personaje. Siendo en adelante uno de sus papeles más recordados.

La castiza Susana es interpretada por la estupenda actriz-cantante Raquel Rodrigo, conocida en su día como "la novía de España". Su agradable timbre de soprano y su belleza latina la hacían la interprete ideal de la multitud de comedias musicales y zarzuelas rodadas durante esos años. Su estrella brilló muy alto aunque tras la guerra civil su carrera fue perdiendo interés hasta caer prácticamente en el olvido. Hoy en día su fama sobrevive principalmente por su participación en este filme.

El galán Roberto Rey, se luce como el celoso y apasionado Julián, cuya gallardía y agradable voz de barítono, le convirtieron en el acompañante ideal de lindas y canoras damas de los años 30, desde Antoñita Colomé a Estrellita Castro.

La tiple Selica Pérez Carpio, figura mítica del teatro lírico español, integrante del famoso Teatro de Apolo, cuna del género chico, aparece como la Señá Rita en la que sería su única intervención en la pantalla. El reparto se completa con la característica Dolores Cortés como la Tía Antonia, la simpática Charito Leonís como Casta y Rafael Calvo como El Tabernero. Todos ellos sensacionales.

"La verbena de la Paloma" conoció un remake en 1963 dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, que si bien realizó una obra muy personal, estuvo muy por debajo de su predecesora en cuanto a frescura, ritmo y calidad. Este título estuvo protagonizado por Concha Velasco y Vicente Parra como Susana y Julián y el célebre Miguel Ligero, que una vez más fue elegido para interpretar a su inolvidable Don Hilarión.

Una obra merecidamente reivindicada para entender la historia y evolución de nuestro Cine.