domingo, 30 de junio de 2019

FILMOTECA CLÁSICA... "Las campanas de Santa María" (1945) Leo Mc Carey


El enorme éxito, Oscar a la mejor película incluído, de “Siguiendo mi camino” (1944) dirigida al igual que la cinta que nos ocupa por Leo McCarey, trajo como secuela este delicioso melodrama lleno de buenas intenciones y espíritu religioso. El cantante Bing Crosby repite su personaje del moderno y comprensivo Padre O´Malley, en esta ocasión al frente de un colegio de monjas dirigido por la recta aunque humana Superiora encarnada por una magnífica Ingrid Bergman, cuya naturalidad y talento se hacen limpiamente con la película. Ambos actores habían obtenido el año anterior el Oscar a la mejor interpretación, él por el filme citado y ella por el papel de esposa atormentada por un malvado Charles Boyer en “Luz de gas”, lo que les había situado en un lugar de privilegio dentro de la industria de Hollywood, circunstancia que no pasó inadvertida para la Paramount  que buscaba al juntarlos garantizar una buena acogida entre el público. No se equivocaron ya que el filme obtuvo si cabe aún más éxito que su predecesora recaudando más de 8 millones de dólares de la época, no andándole tampoco a la zaga en calidad, como corresponde al talento cinematográfico de Leo Mc Carey, uno de los realizadores imprescindibles de la época dorada.



Cuenta la previsible aunque eficaz historia del padre O´Malley, que en esta ocasión es enviado a un colegio de monjas con la esperanza de que consiga con su voz y carácter levantar la dañada economía de la escuela. Sus métodos chocan inicialmente con la rigidez de la Madre Benedicta, superiora del convento y directora de la institución, pero pronto unen sus esfuerzos en pro de salvar la escuela frente a la falta de escrúpulos de un empresario que pretende demoler el edificio para edificar en su solar. Todo ello salpicado con diferentes canciones de indudable gancho popular y piadosa finalidad que la han convertido en uno de los clásicos a programar durante las fiestas navideñas.



Aunque pueda parecer que inicialmente nos encontramos ante un filme sensiblero y falto de interés, no hay nada más lejos de la realidad. Aunque la película camina abiertamente por los senderos del cine religioso convencional, la sabiduría con que Mc Carey lleva el pulso de la cinta es extraordinaria, midiendo las dosis de humor y drama con tal acierto que logra mantener el equilibrio durante todo su metraje, sin derivar a los peligrosos caminos del melodrama edulcorado en el que caerían otros títulos del género.  En muchos aspectos se puede considerar superior a su antecesora aunque básicamente respeta su línea ideológica y argumental, creando situaciones de lucimiento para Bing Crosby como cantante ya que era uno de los favoritos del público americano, representante en muchos sentidos de su espíritu nacional.



Sin duda alguna una parte importante del éxito de la cinta y de su resultado final se debe también al talento de la pareja protagonista. Ambos están magníficos en sus respectivos papeles, logrando que la historia avance con naturalidad y eficacia, lo que hizo que fuesen nominados ese año nuevamente en las categorías de mejor actor y mejor actriz principal, aunque ninguno de ellos se alzase en esta ocasión con la codiciada estatuilla. Crosby se había mimetizado estupendamente como actor en la sotana del Padre O´Malley, un sacerdote bondadoso y con inquietudes sociales en la línea del interpretado por Spencer Tracy en "Forja de hombres" (1938) o "La ciudad de los muchachos" (1941). Respecto a Ingrid Bergman se encontraba en ese momento en el cenit de su carrera en Hollywood, era de una de las estrellas favoritas del público, capaz de abordar registros muy diferentes como demuestran sus interpretaciones a las órdenes de Alfred Hitchcock que haría de ella una de sus actrices fetiche en aquel tiempo. Curiosamente cuatro años más tarde de representar el espíritu católico en la piel de la Hermana Benedicta en esta película, sería condenada y vilipendiada por las ligas de decencia norteamericanas, que llegaron incluso a pedir su excomunión a causa de su adúltera relación con el director italiano Rossellini por quién abandonó a su esposo e hija, arrojándose en brazos de una apasionada historia de amor que estuvo a punto de terminar con su carrera.



Contrariamente a las previsiones, la película resultó una de las grandes perdedoras en la ceremonia de los Oscars de aquel año, obteniendo solo la estatuilla correspondiente al Mejor Sonido cuando había sido nominada a Mejor Película, Director, Actriz Principal, Actor Principal, Canción, Banda Sonora en filme dramático y Montaje. No obstante se resarció con un monumental éxito de taquilla como ya se ha comentado. Hoy se la sigue viendo fresca, como una muestra del mejor cine de la época clásica, gracias al inteligente guión y el trabajo de Mc Carey, que convirtió un filme de encargo en una hermosa película que transmite un agradable optimismo y alegría y de cuyas fuentes beben, tanto en su planteamiento como en su desarrollo algunos títulos modernos de gran éxito como las dos entregas de "Sister Act" protagonizadas por la incombustible y singular Whoopi Goldberg.



miércoles, 19 de junio de 2019

FILMOTECA CLÁSICA... "El Fantasma de la Ópera" (1943) Arthur Lubin

Esta segunda versión de la célebre novela del francés Gastón Leroux constituye una obra menor del glorioso ciclo de terror que la Universal produjo durante los años 30 y 40, en el que vieron la luz tantas y tan magníficas joyas como "Frankenstein" (1931), "Drácula" (1931), "La momia" (1932) o "La novia de Frankenstein" (1935). Tanto la elección del trío protagonista, como el empleo de un espléndido Technicolor restan fuerza y personalidad al resultado final, siendo empleados más como reclamo comercial que como elementos propios del género, dando más la sensación de estar asistiendo a una de las operetas de Jeanette McDonald y Nelson Eddy que a una obra cercana al terror clásico. 



La primera versión fue estrenada con enorme éxito en 1925 contando con el escalofriante Lon Chaney como protagonista que hizo una terrorífica composición del personaje mucho más cercana a la obra original que la efectuada por Claude Rains en esta nueva versión, quién no fue la única opción para el papel ya que se estuvieron barajando entre otros los nombres de Boris Karloff, mucho más apropiado a juzgar por sus anteriores trabajos, y Charles Laugthon que ya había realizado una inolvidable interpretación de otro personaje similar, el Quasimodo de "El jorobado de Nuestra Señora" (1939), heredado igualmente de Lon Chaney quien lo interpretaría en la película muda de 1923. El maquillaje de Chaney causó sensación en su momento, creando un fantasma calavérico , sin nariz, calvo y de ojos enloquecidos, auténtica máscara del horror y la degradación provocadas por el rechazo y la soledad. Por contra el personaje encarnado por Rains está en las antípodas de este monstruo horripilante, siendo uno de los principales lastres de la cinta. Aunque la culpa no es tanto de la interpretación del actor británico como de un mal construido guión que camina en tierra de nadie, mostrando al músico como un personaje bondadoso, del que abusan todos cuantos le rodean y que se ve forzado por las circunstancias a vivir desfigurado y solo en las catacumbas de la Opera parisina, lo que produce en el público más una sensación de compasión y simpatía, que de horror frente al hombre desequilibrado que llega al crimen con tal de llevar a cabo su obsesiva y enfermiza adoración por la protagonista. De hecho durante algún tiempo los guionistas se plantearon hacer del fantasma, el padre de Christine Daaé la hermosa soprano de la que el protagonista quiere hacer una gran figura de la Opera de París. Esta idea fue desechada finalmente ya que era inviable desarrollar el halo romántico entre "la bella y la bestia" sin rozar la idea del incesto. Tal vez por estos forzados giros del guión la química entre los personajes es cuando menos escasa. Hubo también un primer acercamiento al proyecto en 1935 que planteaba la hipótesis de situar la historia en el París contemporáneo mostrando al fantasma como un herido mental de la primera guerra mundial, aunque finalmente esta idea fue desechada por la narración clásica. 



Aún así el talento de Claude Rains es lo más destacable en el reparto de una cinta en la que el resto de los componentes poco o nada aportan a los gloriosos días del terror de la productora, conduciendo la película más hacia el terrero del vodevil, como la absurdamente cómica relación que se establece entre los dos galanes del film, el barítono Nelson Eddy como el cantante Anatole Garrone y Edgar Barrier como el comisario Raoul, este último sustituyendo al Vizconde de Chagny héroe de la obra de Leroux. Lo mismo puede decirse de la grotesca interpretación que la actriz Jane Farrar realiza de la Carlotta, la egocéntrica "prima donna" de la Ópera de París destinada a sufrir las iras del fantasma por su animadversión hacia la joven Christine corista de excelentes dotes e interés sentimental del trío masculino, interpretada por la soprano Susanna Foster. 



La película es pues una versión muy libre de la obra de Gastón Leroux, en la que se alteraron personajes e historia con el fin de explotar más la línea romántica de la historia y mostrar todo el esplendor de la Opera en espectaculares dioramas filmados a todo color. Con todo es tanto el extraordinario uso del Technicolor (premiado con un Oscar), como la parte musical lo que finalmente resulta más interesante de la película. A tal fin se contrató al célebre Nelson Eddy, un magnífico barítono rey por entonces de la opereta cinematográfica gracias a su asociación con Jeannete McDonald, el ruiseñor de la Metro y a la hermosa Susanna Foster otra soprano de excelentes condiciones al igual que McDonald aunque con una carrera mucho más corta e interesante que esta última. Ambos alimentaron con sus voces la parte musical de la historia, que contiene un nutrido número de arias, dúos y concertantes líricos.



Aunque se usaron en el rodaje los mismos decorados del filme de 1925, el guión prescindió de escenas fundamentales en el desarrollo de la historia que sí estaban presentes en la anterior versión, como la referente al baile de máscaras en la que el fantasma realiza una aterradora aparición en público en mitad del carnaval, aunque mantuvo otras tan célebres como la caída de la lámpara de araña sobre el público que acude a la representación o aquella en que Christine es arrastrada a las cloacas de la Opera por el fantasma arrancando la máscara del rostro del misterioso personaje, momento cumbre en el suspense de la narración, que sin embargo queda mucho más descafeinado que en otras versiones del mismo asunto en las que resulta mucho más aterrador.



Finalmente este "Fantasma" se muestra como una película de bonita factura pero desprovista del misterio y la fuerza con el que la historia sería tratada en otras ocasiones. A pesar de ello el filme contó con una importante repercusión obteniendo cuatro nominaciones a los premios Oscar de 1943 en las categorías de Mejor Sonido, Mejor Banda Sonora, Mejor Dirección Artística y Mejor Fotografía en Color, alzándose como ganadora en estas dos últimas, convirtiéndose en la única película de terror de los estudios Universal que obtendría la codiciada estatuilla. Como parte de la promoción de la cinta el mismo año de su estreno se llevó a cabo una versión radiofónica en el célebre Lux Radio Theater producida por Cecil B. Demille, con el mismo reparto protagonista de la película a excepción del Fantasma que aquí sería interpretado por Basil Rathbone. 



El éxito de la película traería una especie de pseudo secuela de similar argumento y ambientación titulada "Misterio en la Ópera" (The Climax) (1944) en la que repetía parte del equipo artístico en papeles similares. El villano de la historia sería el inquietante Boris Karloff, uno de los candidatos a interpretar "El Fantasma", en este caso un médico enloquecido por la muerte de su esposa, célebre cantante de Opera, que busca devolver la vida a su mujer en la voz de otra hermosa soprano interpretada de nuevo por Susanna Foster.



La historia original se ha asomado a la pantalla en múltiples ocasiones a lo largo de las diferentes décadas desde entonces, algunas tan interesantes como la versión rock "El fantasma del Paraíso" (1974) dirigida por Brian de Palma o la esperada adaptación del legendario musical de Broadway compuesto por Andrew Lloyd Webber, llevado al cine en el año 2004 de la mano de Joel Schumacher