Es uno de los rostros más bellos de nuestro cine y una de sus artistas más personales. Fue una folklórica eminentemente cinematográfica, se dio a conocer y triunfo principalmente a través de las películas que interpretó, aunque como todas ellas su temprana vocación le llevó a una incipiente carrera por teatrillos y ferias desde corta edad antes de su irrupción en la pantalla, recalando entre otros en el Ballet del Marqués de Montemar y la compañía de Pepe Pinto, donde debutó con el nombre de “La trianera de Bronce”.
Al igual que su coetánea y amiga Carmen Sevilla buscaba en
el medio cinematográfico un trampolín donde lucir su arte y mejorar su estatus
económico y al igual que ella se presentó a varias pruebas hasta que Florián
Rey la seleccionó para protagonizar una película homenaje al llorado diestro
cordobés Manuel Rodríguez Sánchez, “Brindis a Manolete” (1948), desde ese
momento no paró de rodar una película tras otra. La cámara la adoraba… Su voz y
gracia sevillana hicieron el resto. El director gallego Ramón Torrado sería su auténtico
Pygmalion, a sus órdenes rodó seis películas muy populares que la situarían en
primera línea del cine folklórico de los años cincuenta y le brindó su primer
éxito de masas “Debla, la Virgen Gitana” (1949) con la que se presentó en el
festival de Cannes, obteniendo la Copa de Popularidad de aquel certamen. A
partir de entonces pasó a formar parte de las filas del productor Cesáreo
González, donde junto a sus comadres Lola Flores y Carmen Sevilla propició lo
que se vino en llamar “el filón del osú” al ser las figuras del género más
populares y con mayor proyección de aquellos años representantes de un tipo de
cine donde imperaban los volantes y la pandereta, sentando patria no solo en
nuestro país sino también en América Latina, donde el productor gallego se
llevó a sus estrellas de gira con una promoción a gran escala que incluía
coproducciones con los países de habla hispana, principalmente México y
Argentina.
Al margen de sus películas folklóricas Paquita dejó atisbar
un interesante talento dramático en otros títulos de diferentes pretensiones y
enfoque como “Luna de sangre” (1950) de Rovira Beleta o “María Morena” (1951)
firmada al alimón por José Mª Forqué y Pedro Lazaga, aunque resultasen dos
intentos fallidos en su momento y su carrera continuase centrada en el salero y
la sal del cine andaluz al uso.
En busca de dar un giro a su carrera acepta interpretar el
papel de la reina Mª de las Mercedes en aquel éxito memorable que fue “¿Dónde
vas Alfonso XII?” (1958) dirigida muy inteligentemente por Luis César Amadori,
alcanzando la inmortalidad. El público enloqueció ante aquella recreación
romántica de unos amores reales de leyenda y Paquita logró la consagración
artística, fijando su imagen a la de aquella reina tan delicada y sensible
abocada a un fatal desenlace. Paradójicamente el éxito de la película puso a su
estrella junto a las cuerdas, ya que la identificación con el personaje era tal
que estuvo casi dos años sin recibir ofertas de trabajo.
Tras protagonizar junto a Carmen y Lola el polémico “Balcón
de la luna” (1962), su presencia en el cine se fue espaciando hasta limitarse a
pequeñas colaboraciones, algunas interesantes como su papel en la coproducción
italiana “Las Otoñales” (1964), poniendo punto final a su trayectoria en cine
con la astracanada histórica “El Cid cabreador” (1983), protagonizada por el
domador de circo Angel Cristo y extrañamente la musa del nuevo cine español
Carmen Maura.
Al margen de su carrera en cine, Paquita desarrolló una
interesante actividad teatral protagonizando alguna obra ambiciosa como “Bodas
de sangre”, donde obtuvo formidables críticas o espectáculos pensados para su
lucimiento como cantante como “Ella”.
Se nos acaba de ir el pasado 10 de Abril con 87 años de
edad, pero en el recuerdo siempre quedará su elegancia y delicadeza
interpretativa y su rostro perfecto enmarcado en las notas de ese “Romance de
la Reina Mercedes” que fue su canción bandera y que nadie interpretó con tanto
sentimiento como ella, quizás porque entendía mejor que nadie la historia de
aquella soberana, que como ella quedará para siempre en la memoria de un
romance popular.