miércoles, 30 de marzo de 2016

HISTORIAS DE CINE... LAS RUBIAS DE HITCHCOCK


Es de todos conocido que el mago del suspense fue uno de los más consagrados erotómanos del cine clásico, si bien es cierto que nunca le gustó lo burdo ni evidente, sino que opto siempre por un erotismo distante y refinado. El director británico recreó todas sus obsesiones y fetichismos, personificándolos en algunas de sus actrices favoritas, las célebres "rubias de Hitchcock". Estas se vieron envueltas en historias escabrosas y masoquistas como "Los pájaros"(1963), llenas de traumas como "Recuerda" (1945), "Atormentada" (1949) o "Marnie, la ladrona" (1964), o decididamente terroríficas como "El enemigo de las rubias" (1927) y su remake "Frenesí"(1972), sin olvidar la famosa ducha de Janet Leigh en "Psicosis" (1960) su rubia más exuberante y carnal, con un destino inevitablemente fatal.


Aunque esta obsesión por las heroínas bellas, frías, continuamente amenazadas por si mismas y por el entorno ya está presente en la etapa inglesa, es en el periodo americano donde cobra un protagonismo absoluto. En los estudios de Hollywood se encuentra con la mayor cantera de actrices que el Star System americano podría ofrecer, sacando un extraordinario partido de sus estrellas y sobre todo creándolas a base de imponerlas en una serie de vehículos en los que materializar sus fantasías.


No podemos olvidar a la primera rubia destacable de su filmografía antes de la llegada del genio inglés a los estudios de California, la bellísima Madeleine Carroll de "39 escalones" (1935), una excelente trama de espías que la obliga a dormir esposada al protagonista Robert Donat en una de las habituales jugadas maestras de Hit a la censura, similar a la vivida por Eva Marie Saint (la rubia despierta y mordaz) y Cary Grant en "Con la muerte en los talones" (1959) donde a la escena en la que van a vivir su noche nupcial le sigue un plano del tren en el que viajan introduciéndose en un túnel, inevitable referencia al acto sexual que se esta desarrollando en el compartimento. Talento en estado puro...



Joan Fontaine fue la rubia asexual de "Rebeca" (1940) y "Sospecha" (1941) amenazada por la sombra demasiado larga de la anterior esposa muerta en extrañas circunstancias en la primera y víctima potencial de un esposo maniático en la segunda, un poco habitual Cary Grant del que nunca se llega a saber realmente si es un asesino o simplemente un encantador caradura que sirve vasos de leche con arsénico a su señora.



A Fontaine le siguió la fantástica Ingrid Bergman, rubia apasionada de títulos como "Recuerda"(1945), una doctora experta en todo tipo de desajustes mentales que se enamora irremisiblemente de uno de sus pacientes con el rostro de Gregory Peck, "Encadenados" (1946) la ninfa con pasado dudoso que se marca unas inolvidables escenas de amor-odio con su salvador, Grant de nuevo, y está apunto de morir envenenada en un matrimonio de conveniencia con un nazi exiliado en Argentina, o la frágil protagonista de "Atormentada" (1949) una vez más una esposa amenazada por un marido macabro y una criada cómplice de sus manejos.


Grace Kelly fue la rubia sofisticada a punto de ser asesinada por un esposo sin escrúpulos en "Crimen perfecto" (1954), acompañante de un fotógrafo con tendencias de "voyeur", dicotomía del propio Hitchcock, en "La ventana indiscreta" (1954) y la encantadora y refinada heredera americana que regenera a Cary Grant de sus fechorías en "Atrapa a un ladrón" (1956), donde una vez más los excelentes primeros planos dando protagonismo a las miradas y besos entre los protagonistas caldean la acción en un chispeante juego de intriga y pasión.



"De entre los muertos" (Vértigo) (1958) convirtió a Kim Novack en otro de los mitos eróticos de la pantalla, una rubia misteriosa y distante que juega continuamente a la mentira y el equivoco pagando un alto precio por ello. Una obra maestra cumbre e imprescindible en la filmografía del genio inglés.


Con Grace el cine de Hitchcock se vio tocado por un halo de elegante y sofisticado, una frialdad a punto de derretirse que sirvió de manera singular a los propósitos del director. Ante la imposibilidad de contar con ella para sus proyectos futuros, dado que ésta ya se había convertido en princesa de Mónaco, Hit recreó su personalidad en la modelo Tippi Hedren, la rubia amenazada por miles de aves enardecidas en "Los pájaros" (1963) y la cleptómana "Marnie, la ladrona" (1964), una seductora acomplejada por su frigidez producto de un macabro trauma de la infancia, asistida por un viril Sean Connery antes de vestir el uniforme de James Bond y convertirse en el agente secreto más famoso de la historia del Cine.


Son algunas de las rubias Hitchcocknianas que permanecen para siempre en la retina cinéfila, muñecas al servicio de la imaginación desbordada y retorcida de uno de los talentos más grandes que ha dado el séptimo arte. Un narrador único, creador delirante y sarcástico, ávido de superarse a si mismo en cada película, genio irrepetible que se divierte reflejando sus fantasmas al mundo a través de una gran ventana siempre indiscreta...

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