martes, 14 de noviembre de 2017

Filmoteca clásica... "Desayuno con diamantes" (1961) Blake Edwards



Pocas actrices han quedado tan asociadas a un personaje como el de la protagonista de "Desayuno con diamantes" a Audrey Hepburn, sin embargo ella no fue la primera opción para dar vida a la díscola Holly Goligthly. El autor de la novela, Truman Capote, quería una actriz con una personalidad más carnal, decantándose por la explosiva, aunque frágil, sexualidad de Marilyn Monroe. En la novela original Holly es una adolescente bisexual, que ejerce la prostitución y tiene cierta tendencia al consumo de marihuana, Nada de esto se mostró abiertamente. En la película la protagonista es una joven frívola de moral desinhibida y liberal, amante de las juergas, con una marcada tendencia a devorar la vida y a rodearse de peligrosos amigos. Capote acusó directamente a Hepburn de dulcificar el personaje con el fin de no perjudicar su imagen cinematográfica, aunque nada esto importó lo más mínimo. Con su talento y encantadora personalidad Audrey se hizo limpiamente con el papel, enamorando a crítica y público, cualquier otra Holly hoy día resulta impensable. Desde su primera aparición con su silueta dibujándose entre los rascacielos de Manhattan enfundada en un célebre vestido negro de Givenchy, café y bollo en mano frente al escaparate de Tiffany´s se convirtió en icono de modernidad de los años sesenta y en historia del cine.




A su lado George Peppard, el célebre Hannibal de la televisiva "El equipo A", en su papel de escritor que se dedica a prestar sus encantos a adineradas señoras de la alta sociedad neoyorquina como modo de sustento vital, que acaba por enamorarse del temperamento original e indómito de Holly, el único que sabe ver en ella más allá de su máscara alocada, descubriendo una enorme tristeza que le hace vivir en una continua huida hacia adelante por miedo a la soledad. El elegido para este personaje tampoco sería inicialmente Peppard sino Steve McQueen ,otro de los rebeldes de Hollywood, que no pudo hacerse cargo del mismo por haber contraído previamente otros compromisos. Hay que decir que Peppard está fantástico brindando la que sería su interpretación más conocida en la gran pantalla.




Redondeando el resultado la magnífica dirección de Blake Edwards y como guinda la música de Henry Mancini con una canción inmortal, "Moon river", que Audrey interpretaba melancólica y apasionada a la vez. El propio Mancini reconocía que de los cientos de versiones que se habían realizado de esta melodía, obra maestra de la música ligera americana, prefería por encima de todas la de Hepburn, aludiendo que ella canto la letra entendiendo todo el espíritu implícito en la partitura. "Desayuno con diamantes" es pues uno de esos títulos en los que todos los elementos se unen para crear auténtica magia, grabando cada una de sus imágenes en la memoria sentimental del espectador. Una obra que causa placer revisar y atrapa en cada sesión como la primera vez.



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