viernes, 3 de noviembre de 2017

FILMOTECA CLÁSICA... "LOS TRES MOSQUETEROS" (1949) GEORGE SIDNEY

Esta magnífica cinta prodigio de entretenimiento, se alza como una perla más en la corona del cine de aventuras del Hollywood clásico. Constituye un soberbio espectáculo lleno de esplendor, una producción cuidada al detalle en la que no falta nada de lo que uno espera ver en un filme de estas características. Excelente ambientación, bellísimos interiores, lujoso vestuario y una historia llena de acción y ritmo perfectos, cuya responsabilidad recae en la sabiduría de su director y el talento de su protagonista Gene Kelly, responsable de los duelos a espada que coreografió como si fuesen divertidos ballets, llenos de saltos y desbordante vitalidad, en los que lucir sus magníficas facultades acrobáticas. A pesar de encontrarse fuera de su habitat natural Kelly se rebela como el D´Artagnan perfecto, lleno de ingenuidad, frescura y encanto, ofreciendo una interpretación incontaminada, lejos de divismos, con la ilusión de un principiante a pesar de ser ya una figura consolidada y una estrella musical.




El formidable reparto es sin duda uno de los platos fuertes de la película. Lana Turner nunca estuvo más adecuada que en el papel de la pérfida y bellísima My Lady. Sidney supo sacar un formidable partido a la glamurosa imagen de la estrella, convirtiéndose en uno de los principales atractivos de su personaje, acentuando su temperamento ambicioso y seductor, peligrosa "mantis religiosa" que envuelve a sus víctimas en la peligrosa treta de su despiadada belleza. Vicent Pride da vida al perverso Cardenal Richelieu, un personaje manipulador y lleno de cinismo que es casi el diablo vestido de rojo, casi un anticipo de sus terroríficos papeles en el género fantástico y de terror. En las antípodas, compensando tanta maldad, la candorosa June Allyson presta su rostro pecoso y adorable a una conmovedora Constanza, frágil criatura amenazada en este juego de intrigas palaciegas. El resto de secundarios pertenecen a lo mejor de la escudería Metro en un momento en el que la productora presumía de tener "más estrellas que en el cielo", a juzgar por el talento reunido en esta película nadie pondría en duda tal afirmación. Destaca entre todos ellos un atormentado Van Heflin como el descreído y bebedor Athos, en una interesante composición dramática poco habitual en filmes de aventuras, robando la función a los protagonistas en varias ocasiones, apuntando una dimensión más profunda y adulta al personaje que le cae en suerte interpretar.







La fotografía en Technicolor es excelente y la puesta en escena formidable. El ritmo narrativo con el que George Sidney pone en imágenes la historia da cuenta del formidable talento de un profesional gran conocedor de su oficio y la industria, manejando todos los elementos con destreza en busca de un resultado espectacular, en el que la ambientación es tan protagonista como los actores que dan vida a los inmortales personajes de Dumas. Sin duda alguna esta es la novela más conocida del autor francés y la que más veces ha sido adaptada al cine en sus diferentes variantes, desde la etapa silente hasta la actualidad, con desigual resultado. El título que nos ocupa es sin duda uno de los más brillantes, aunque se conceda algunas licencias sobre el original.





Incomprensiblemente fue olvidado por la Academia en la entrega de los Oscars de aquel año, ni siquiera obtuvo mención en las categorías llamadas "menores" para las que solían ser nominados este tipo de filmes. Una inolvidable película de las que ya no se hacen, producto de las mejores virtudes del "sistema de estudios" que nos convierte de nuevo en niños durante las dos horas de proyección.













No hay comentarios:

Publicar un comentario