lunes, 12 de octubre de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... VIVIEN LEIGH


Indudablemente ha pasado a la historia como la protagonista de "Lo que el viento se llevó" (1939). La fuerza de su interpretación es tan arrolladora que pocas veces un personaje ha quedado tan asociado a una actriz. Sin embargo Vivien fue mucho más que Scarlet O`Hara... Era una intérprete magnífica y apasionada tanto en la escena y la pantalla como en su vida personal. Tras casarse con el Lord del teatro inglés, Sir Laurence Olivier, se convirtió en la reina consorte, aunque su talento siempre fuese considerado por debajo del de su esposo. Y es que el potencial dramático de Vivien no se encontraba en las exigencias de Shakespeare, sino en personajes contemporáneos intensos y apasionados como el de la prostituta de "La máscara de la virtud" (1935), la obra que la convirtió de la noche a la mañana en una de las revelaciones de la escena inglesa, o la Blanche Dubois de "Un tranvía llamado deseo" (1951) por la que obtuvo un merecidísimo segundo Oscar.


Su enorme ambición por alcanzar el triunfo como actriz, hizo que pronto se convirtiese en una de las favoritas del cine ingles en títulos como "Callejón sin salida" (1938) junto al prestigioso Charles Laughton o "Fuego sobre Inglaterra" (1937) donde coincidió por primera vez con Olivier iniciando un sonado romance que acabó con el matrimonio de ambos actores. En el caso de Vivien su tórrido idilio le hizo abandonar marido e hija por seguir a su amante hasta EEUU donde había sido contratado por Selnick para rodar "Cumbres Borrascosas" (1939). Olivier intentó que Vivien obtuviese el rol de la protagonista a su lado, y parece ser que hizo la vida imposible a su compañera de reparto Merle Oberon, cuando fue rechazada por la productora al ser una actriz desconocida para el público americano.


Sin embargo el rechazo para el papel de Cathy, se convirtió en la mayor oportunidad de su carrera al convertirse en la protagonista de uno de los filmes más amados de todos los tiempos. La magnífica maniobra publicitaria de David O´Selnick productor de la película, había convertido el estreno de "Lo que el viento se llevó" en uno de los acontecimientos más esperados, haciendo que el papel de Scarlet fuera codiciado por todas las actrices de Hollywood. Vivien borró de un plumazo a todas las candidatas desde las primeras pruebas. Se dice que en su afán por conseguir el papel, se había leído la novela hasta empaparse de la personalidad de su protagonista. Scarlet tenía mucho que ver con ella en belleza, temperamento y ambición... Una vez más el cine imitaba a la vida.

Tras el éxito de pisar "la tierra roja de Tara", avalado por un primer Oscar a la mejor actriz del año, la industria entera cayó rendida a sus pies y ella reafirmó su categoría estelar en una historia romántica imperecedera junto al bello Robert Taylor, "El puente de Waterloo" (1940), donde interpretaba a una delicada bailarina que se ve obligada a ejercer la prostitución al pensar que su prometido a muerto en la guerra.


Eligió cuidadosamente el resto de sus intervenciones en cine, aunque ninguno de sus siguientes trabajos tuvo una acogida similar a los anteriores, a pesar de la calidad de algunos de ellos. Esto unido a su amor por Olivier y el teatro hizo que no se prodigase demasiado en la pantalla, centrando sus esfuerzos en las giras que realizó junto a su marido.

Ambos vivieron un amor imposible en "Lady Hamilton" (1941). A continuación se convirtió en la egipcia más famosa de todos los tiempos en "César y Cleopatra" (1946) junto a Claude Rains y fue la adúltera "Anna Karenina" (1948), en la versión de Tolstoi dirigida por Julien Duvivier. Le llegó su segunda gran oportunidad al interpretar a la protagonista de "Un tranvía llamado deseo" junto a la revelación de la década, Marlon Brando, que ya había interpretado la obra en teatro junto a Jessica Tandy. A partir de entonces sus trabajos en cine se vieron espaciados cada vez más, en parte debido a su delicado estado de salud. Padecía una enfermedad nerviosa que la apartó del rodaje de "La senda de los elefantes" (1954) siendo sustituida por Elizabeth Taylor.

Su precaria salud unida a los problemas matrimoniales con Olivier la hicieron envejecer prematuramente, endureciendo su bello rostro frente a la cámara. El matrimonio se separó en 1960 si bien Vivien no llegó a superar nunca el divorcio del actor que fue el hombre de su vida, a pesar de que su fuerte carácter y enfermedad mental tuvieron mucho que ver con el fin de su relación.


Tras un largo periodo convaleciente murió de tuberculosis en 1963, con solo 53 años. El mundo de espectáculo la lloró desconsolado, pues era una personalidad adorada especialmente en Inglaterra, donde se la consideraba una de las principales Damas de la interpretación. Olivier permaneció horas junto al féretro velando al que fue su gran amor, como último gesto a la mujer que llenó la mayor parte de su vida y su trayectoria profesional. Para el público nunca desapareció ya que su imagen permanece inmortal erguida orgullosa frente a una plantación sureña, iluminada por cielos enrojecidos y acompañada de una banda sonora que es la propia historia del Cine.

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