jueves, 5 de marzo de 2015

HISTORIAS DE CINE... TAL COMO ERAN... LA MELENA DE RITA

Si hay un apéndice capilar famoso en la historia del Cine asociado a una estrella, esa es sin duda la espesa, pelirroja y ondulada melena de Rita Hayworth, luciendo viva y llena de cadencias en títulos como "Las modelos", "Sangre y arena", "La Diosa de la danza" y sobre todo la mítica "Gilda". Sin embargo como tantas cosas en los años de esplendor de Hollywood, el estilo definitivo con el que se asocia a esta Diosa del Amor, fue creación de los Estudios en un brillante intento de moldear su personalidad y fotogenia ante las cámaras.


Cuando llegó a la Meca del Cine como una danzarina española aspirante a estrella llamada Margarita Carmen Cansino, su belleza se veía poco refinada y sus facciones endurecidas por el abrupto nacimiento del pelo que empequeñecía su rostro. Los "hacedores" de milagros de Hollywood pusieron la maquinaria en marcha haciendo que la joven se sometiese un doloroso tratamiento de electrodepilación mediante el cual se le ensanchó la frente y acentúo el pico del pelo, proporcionándole unos rasgos más serenos y atractivos. La maniobra concluyó tiñendo su magnífica cabellera con la encendida tonalidad del fuego que avivaría la pasión de sus más célebres personajes. Aún cuando fuese retratada en blanco y negro el brillo caoba que adornaba su melena se intuiría como reflejo de la pecaminosa moral de sus protagonistas.


Con esta imagen definitiva apareció en su primer papel importante, aunque secundario, en el filme de aventuras en blanco y negro "Sólo los ángeles tienen alas" junto a Cary Grant y lució cautivadora con todo el esplendor del Thecnicolor como la Doña Sol que somete bajo su influencia sexual al torero interpretado por Tyrone Power en "Sangre y arena", el título que la convirtió en uno de los sex symbol más famosos de la pantalla, basado en la novela del escritor Vicente Blasco Ibáñez.


Tal fue la identificación de la actriz con esta imagen, que cuando años después su entonces marido Orson Welles cometió "el sacrilegio" de cortarle el pelo y teñirlo de rubio para "La dama de Shanghai", los directivos de la Columbia se echaron a temblar pensando que aquella osadía terminaría con la carrera de su más importante estrella. Sin embargo en un prodigio de renacimiento Rita lució más hermosa que nunca, grabando una vez más rostro inmortal en la historia del Cine y en los corazones encendidos del espectador.

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