sábado, 21 de febrero de 2015

FILMOTECA CLÁSICA... "VUELVE A MÍ" (1949) CHARLES WALTERS


Este delicioso musical tiene ante todo el mérito de volver a reunir a Astaire y Rogers diez años después de su separación, y nos regala la oportunidad de ver bailar a la mítica pareja por última vez en la pantalla.

En un principio fue concebido como vehículo para Fred y Judy Garland, que habían obtenido un éxito formidable con la maravillosa "Desfile de Pascua" (1948), dirigida igualmente por Charles Walters, pero una de las habituales recaídas nerviosas de Judy complicó su participación en el proyecto, por lo que alguien tuvo la feliz idea de pensar en Ginger para reemplazarla. Dicha elección fue muy celebrada ya que constituyó un encuentro único para mitómanos, demostrando que la química de la pareja seguía funcionando a las mil maravillas. A lo largo de nueve inolvidables títulos en la modesta RKO durante la década de los 30, Ginger y Fred se habían convertido en la pareja de baile más popular del mundo y eran un icono del cine musical, pero en 1939 ella consideró que su talento era infravalorado por el de su compañero y decidió disolver el dúo para centrarse en su carrera como actriz, llegando a ganar un Óscar por su interpretación de Kitty Foyle en "Espejismo de amor" (1940).

Todo esto se vio reflejado de alguna manera en la película. Contaba la historia de un matrimonio de bailarines que sufre una crisis cuando ella decide cambiar de género y pasarse al drama, guiño autobiográfico que fue muy celebrado por crítica y público. Lo cierto es que ambos volvieron a estar inolvidables, juntos y por separado. Arropados por la soberbia maquinaria de la Metro y la magia del Technicolor, dieron lecciones de vitalidad y clasicismo a partes iguales. Ginger demostró una vez más su ductilidad como actriz de comedia y su talento como bailarina, flotando en brazos de Astaire que convirtió en inmortal su número en solitario "Shoes with wings on" (Alas en los pies), en el que realizó auténticas filigranas bailando con una decena de zapatos que se movían sin dueño, demostrando una vez más la capacidad para crear magia cuando se posee un genio único, lo que hizo que aquel año recibiese un Oscar especial por "su contribución al arte de la comedia musical", que le fue entregado por su inseparable compañera de tantos títulos.

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