martes, 24 de febrero de 2015

MIS ESTRELLAS FAVORITAS... MARÍA MONTEZ


Nunca fue nada parecido a una actriz... María fue la suprema Sultana del artificio y una de las reinas de la serie B americana. Su éxito se justifica únicamente dentro del contexto en el que se desarrolló su carrera. Ella y la Universal tiñeron de rabioso colorido la negrura de un Mundo en guerra, ayudando a soñar al espectador con reinos de fantasía iluminados por su belleza. Durante la segunda guerra mundial, el ciclo de aventuras arrevistadas de María fueron un elemento de evasión fundamental para el público de la retaguardia, concluyendo tan pronto la contienda dio fin.

Dominicana de ascendencia española, protagonizó inocentes espectáculos coloreados, llenos de americanos disfrazados de árabes teñidos de chocolate, desiertos de plástico y argumentos fotocopiados, en los que de forma invariable era acompañada por el simpático y diminuto Sabú, el fornido Jon Hall y el exótico Turhan Bey. Los roles de sus principales títulos hablan por si solos... Fue la bailarina Scherezade de "Las mil y una noches", la princesa Tahia en "La salvaje blanca", la princesa Amara de "Alí Babá y los 40 ladrones", la reina Naila en "Sudan" y las gemelas Naja y Tollea en "La reina Cobra", una de las más delirantes de toda la serie e irresistible monumento Kitsch.

Le llamaron " La reina del Technicolor", ningún otro nombre más merecido, sin embargo lució mas hermosa que nunca en el filme en blanco y negro "La Atlántida", junto a su esposo Jean Pierre Aumont, donde era Antinea la soberana de aquella mítica civilización. Aparecía bella y clásica como una estatua, sin que su interpretación se notase por ningún lado. 


Una vez pasó la moda de sus aventuras exóticas fue desterrada a Europa, donde intentó una segunda carrera al reclamo de su antigua fama, pero su prematura muerte con solo 39 años truncó cualquier posibilidad. Falleció en la bañera a consecuencia de un fallo cardiaco, mientras se sometía a uno de los baños calientes que tomaba para controlar su peso. 


Hoy en día es poco más que un bellísimo rostro de tarjeta postal para coleccionistas, pero hubo un tiempo en el que su majestuosa belleza gobernó en la pantalla desde las cadenciosas notas de un cuento Oriental, creando un estilo que fue seguido por otras odaliscas del cine, entre ellas Yvonne de Carlo en sus inicios, la magnífica pelirroja Maureen O´Hara, o la seductora Debra Paget.

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